a plena voz,
Revista cultural, Caracas, república bolivariana de venezuela
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INTERVENIR EL PARAÍSO
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Nuevos llaneros en el Vichada y sus
alrededores
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GERMAN
PINTO SAAVEDRA
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26/07/2012
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Consideraciones
preliminares acerca de los mega-proyectos en ciernes o en pleno desarrollo
en la gran región del Vichada colombiano, presentadas como Ponencia al XII
Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos “Memoria
de los conflictos socioeconómicos de la región del Orinoco 1950-2012”,
Villavicencio, Julio 26 a 29 de 2012.
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Eran gitanos
nuevos. Hombres y mujeres jóvenes que sólo conocían su propia lengua, (…) con
sus loros pintados de todos los colores que recitaban romanzas italianas, y la
gallina que ponía un centenar de huevos de oro al son de la pandereta, y el
mono amaestrado que adivinaba el pensamiento, y la máquina múltiple que servía
al mismo tiempo para pegar botones y bajar la fiebre, y el aparato para olvidar
los malos recuerdos, y el emplasto para perder el tiempo, y un millar de
invenciones más (…) En un instante transformaron la aldea. Los habitantes de
Macondo se encontraron de pronto perdidos en sus propias calles, aturdidos por
la feria multitudinaria.
GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ
La burguesía ha
desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente
revolucionario. (…) Desgarró implacablemente
los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores
naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del
dinero contante y sonante, que no tiene entrañas (…) Enterró la dignidad
personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innúmeras libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la
libertad ilimitada de comerciar. (…) Sustituyó un régimen de explotación,
velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen
franco, descarado, directo, escueto de explotación.
EL MANIFIESTO
COMUNISTA
No es cierto que a pesar de todo se vaya
hacia adelante. Muy a menudo tanto el individuo como la sociedad van hacia
atrás o empeoran. Y en este caso la transformación no debe ser aceptada; la “aceptación realista” es en realidad una
maniobra culpable para tranquilizar la conciencia y seguir adelante.
PIER PAOLO PASOLINI
El
derecho de los negocios prima sobre el derecho de los pueblos.
FRANÇOIS HOUTART
INTRODUCCIÓN
Pareciera
necesario empezar estas líneas con un reconocimiento a la revista colombiana Semana, pues a ella le debemos
–hasta donde se nos alcanza- la más abundante y, a su modo, la más detallada
información sobre los extraordinarios sucesos que vienen ocurriendo en la
Orinoquia colombiana.
Acontecimientos
que, por su magnitud desmesurada, hemos debido recurrir a la mágica elocuencia
de nuestro Nóbel - hoy tristemente abatido por una enfermedad humillante- para
intentar expresar aunque sea en forma aproximada lo que pensamos, pero,
especialmente, lo que sentimos al contemplar esta porción contemporánea de
realidad asfixiante. Quizá no se nos pueda culpar de exagerados al declarar que
ha echado a andar, súbitamente, un proceso revolucionario sin parangón en la
historia de Colombia; precisamente, en este país por siempre consagrado al Sacratísimo
Corazón de Jesús, en cuyo periplo jamás ha tenido ocurrencia cosa parecida a
una revolución …
Y menos todavía una
como ésta, cuyos alcances y proporciones descomunales la tornan susceptible de
comparación con la ocurrida en Inglaterra hace doscientos años… Revolución
industrial, tecnológica, burguesa hasta los tuétanos; revolución de derechas,
es cierto, pero, revolución al fin, que amenaza hacer sombra a la propia
revolución social y política venezolana, la primera de nuestro siglo XXI, cuyo
carácter democrático y bolivariano la asimilan más a una restauración
republicana, a un renacimiento del concepto de ciudadanía, a una resurrección
de aquella vieja aspiración socrática o platónica que la Ilustración supo
recoger en su momento: la de constituir una sociedad a partir de la
argumentación y la contra-argumentación, es decir, a partir de la razón.
La “obsesión”
que, al decir de Semana, rondaba la cabeza de su gran inspirador, el entonces
Presidente de Colombia Álvaro Uribe no puede achacarse en ningún caso a
delirios megalómanos. Se trata en realidad
de algo grande, grandísimo… Escuchémosle.
Convertir 6,3 millones de
hectáreas de los Llanos Orientales, hoy desoladas, en el epicentro de un
desarrollo agroindustrial, social y ambiental nunca visto en el país. La mayor
parte de esta gigantesca extensión de tierra, superior a la suma de las de
varios países centroamericanos, se encuentra en el departamento del Vichada y
una porción en el departamento del Meta, y está delimitada por los ríos Meta,
Vichada, Orinoco y Manacacías. Si hubiera una palabra para definir esta zona,
sería inmensidad.[1]
Obsesión
duradera la del Presidente Uribe, “si tenemos en cuenta que dos años atrás se
refirió al Renacimiento de la Alta
Orinoquia, nombre que le ha dado al proyecto, casi como al establecimiento
de un nuevo país: ‘sin pobreza, ni cultivos ilícitos, con generación de 1,5
millones de empleos, seguridad energética y el establecimiento de una nueva
población en paz de cinco millones de habitantes’. Todo esto en un plazo de 20
años. Para liderarlo encargó al vicepresidente Francisco Santos, quien es otro
apasionado del tema”. [2]
Una
paradigmática revolución neoliberal, en suma, encabezada por dos notabilísimas
personalidades colombianas, cuyos apellidos llenan ya una década de historia
nacional, dominando el espectro de la vida pública del país entero: Uribe y
Santos…Revolución cuyo componente petrolero hemos preferido no considerar por
ahora, a pesar de su grandísima importancia.
El
epicentro de la explotación petrolera, como se sabe, se halla en el
departamento del Meta, lugar de ubicación de los ricos campos Quifa y Rubiales,
que concentran cerca del 40% de la producción nacional de crudo, calculada
aproximadamente en un millón de barriles/día. Tampoco hemos realizado el debido
seguimiento al componente vichadense de los más de 50 bloques adjudicados en la
Ronda 2010 a toda la región de los Llanos Orientales: Meta, Casanare, Arauca y
Vichada. En nuestra disculpa, sólo podemos decir que hemos preferido concentrar
nuestra atención en cuanto se relaciona más directamente con el proyecto “Renacimiento de la Alta Orinoquia”, eje
del presente trabajo.
Ahora,
sin más, parece llegado el momento de empezar a desglosar nuestro tema.
I. Llaneros
de más allá de la pata’el cerro
Lo primero que
aflora cuando se asoma uno desprevenidamente a echar un vistazo a lo que
denomina la Revista DINERO “los nuevos llaneros” es que ni son nuevos, ni son
llaneros. Por el contrario, se trata de viejos conocidos, ricos y famosos, a
quienes tradicionalmente se ha dado el mismo nombre a lado y lado del
majestuoso Orinoco; se trata, una vez más, de los “Grandes Cacaos”. Es decir,
de los nuevos retoños de una oligarquía que data de los tiempos coloniales,
cuyas inmensas fortunas provenían de la explotación, con mano de obra esclava,
de grandes plantaciones de cacao y añil –entre otras-, sin por ello dejar de
lado otros filones, como “cueros de pelo, alhajas de oro y piedras, doblones y
oro en grano”. De aquella oligarquía “de sinuosa psiquis que tanto en la
Colonia como en la República, simulando un dudoso vestalismo, trabajó y ha
trabajado para asegurar sólo sus absorbentes privilegios de clase, sean cuales
fueren las ideas de los gobernantes en turno”. [3]
En realidad, los
“nuevos llaneros” colombianos no son del Llano, pero, ni siquiera del “pie de
monte”, de aquella zona de transición entre llano y cordillera que los llaneros
llaman “la pata’el cerro”, sino de la propia región andina y de la costa
atlántica, únicas desarrolladas del país, para cuyos habitantes el Llano ha
sido desde siempre, un territorio muy
vasto, lejano, exótico, de riqueza desconocida y lleno de peligros … Más o
menos, como el África sub-sahariana para los europeos. Tampoco han venido
solos: Vienen respaldados o acompañados por hombres y grupos de hombres más
ricos y más famosos que todos ellos, mejor dicho, por el llamado “jet-set”
mundial.
Ahora, pues su fama nos exime de la tarea de
abundar en sus biografías, nos contentaremos con presentar un listado casi
escueto de nombres y hazañas:
1. “Alejandro
Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento y Harold Eder encabezan la lista de grupos
económicos nacionales y extranjeros que les están apostando cientos de millones
de dólares a los llanos orientales”, empieza diciendo la revista Dinero.
El “gran sueño”
de Alejandro Santo Domingo –hijo de
Julio Mario, por supuesto- es que Colombia se convierta en un gran exportador
de granos. “No tiene sentido, dice, que teniendo Los Llanos a 480 kilómetros de
Bogotá, nos toque importar granos de Argentina (a 10.700 kilómetros), Brasil (a
9.000 kilómetros) o Iowa en Estados Unidos (a 6.500 kilómetros)”.
La empresa
encargada del proyecto es Invernac
(sociedad cien por ciento de la familia Santo Domingo) que, a través de la
firma Impar, ha conseguido transferir la tecnología de Embrapa (Empresa
Brasileira de Pesquisas Agropecuarias); el dueño de la tierra (hasta el año
pasado, 4.500Has) es el Grupo Riopaila, de participación minoritaria, pues, lo
verdaderamente costoso es la adecuación de los suelos: únicamente la encalada
para contrarrestar su acidez natural tiene un costo de US$1.000 por hectárea.
Para que todo resulte perfecto –según el aludido- sólo resta que el gobierno
del doctor Santos cumpla su promesa de construir la carretera Puerto
Gaitán-Puerto Carreño, y que los siguientes continúen adecuando y mantengan la
navegabilidad del río Meta, que conecta con el Orinoco y con Puerto Ordaz en
Venezuela, la salida al Atlántico y al
mundo.
Justo es, sin embargo, hacer constar que en
este camino Alejandro estuvo precedido
desde el 2001 por el Grupo Aliar,
mitad santandereano y mitad paisa, cuyo proyecto, “La Fazenda”, tiene ya 13.000
Has de maíz y soya. La siembra se ha realizado “con tecnología de punta, que
incluye 16 máquinas controladas por computador, las cuales plantan 940
hectáreas diarias, y cosechadoras que recogen en dos semanas la producción de
6.000 hectáreas”.
2. La empresa Manuelita (familia Eder) explota ya
40.000 hectáreas de palma en dos
proyectos, localizados, uno en San Carlos de Guaroa, en el Meta y otro en
Orocué, Casanare. En el primero se producen ya 80.000 toneladas de aceite crudo
al año y en 2010 entró en operación una planta de biodiesel para producir
350.000 litros al día.
3. Luis Carlos Sarmiento está metido en palma, caucho, arroz y
algodón. Tiene 16.000 hectáreas en Los Llanos y ha invertido US$100 millones.
En caucho, explota ya 4.600 hectáreas entre Puerto Gaitán y Puerto López, el
cultivo más grande de este producto en América Latina.
Cierran el pintoresco
panorama empresas multinacionales, como la brasileña Mónica, dueña de 13.000 Has de altillanura, de las cuales tiene ya
más de 3.000 sembradas en maíz y soya; el Grupo Amaggi, también brasileño, conocido como el rey mundial de la soya,
en trance de adquirir más de 100.000 hectáreas y, sin mayores datos, Cargill, el gran consorcio alimentario
norteamericano, Poligrow, empresa
ítalo-española, Merhav, israelí
(Agrifuels de Colombia), productora de etanol, a partir de la caña, y la firma
argentina Tejar, tercer productor
mundial de soya. [4]
II.
El Rol del Estado
Como suele suceder con
todos los grandes proyectos económicos de la era del neo-liberalismo, lejos de
realizarse al margen del Estado, demandan del concurso de éste en gran escala,
para la provisión de la enormemente costosa infraestructura. Pero, además,
porque, en un contexto más amplio, como dice Theotonio dos Santos, la
terciarización y la privatización son fundamentalmente actividades de Estado,
por ser éste quien contrata la actividad privada; además, debido a su gran
capacidad de compra, el Estado genera mucha demanda e induce la actividad
económica. De ahí que, durante las últimas décadas, el Estado no ha cesado de
crecer, incluso en los países más desarrollados y donde la doctrina neo-liberal
se ha llevado a la práctica con mayor radicalidad. A su turno, la actividad
privada, así como la generación de empleo, paradójicamente, dependen cada vez
más del Estado.[5]
Quizá debido a ello, en
el caso que nos ocupa, la gran revolución que promete invertir la tradicional
estructura andino-céntrica de Colombia
hasta convertirlo en un país con epicentro en sus Llanos Orientales
tiene al Estado como gran protagonista, aunque, como veremos, no precisamente a
la nación o a la república.
Desde el punto de vista
jurídico, la revolución colombiana en curso está realizando grandes y
silenciosas transformaciones que, sin pasar por las instancias del poder legislativo,
están dejando atrás el viejo aparato estatal hasta hacerlo irreconocible.
Por ejemplo, en el
terreno de la estructura agraria, se ha procedido a desmontar el concepto de las UAF (Unidades Agrícolas
Familiares), una figura jurídica que opera desde hace varias décadas y
restringe las inversiones a 900 hectáreas. De hecho, dentro del Plan de
Desarrollo el Gobierno propone remover la restricción que imponen las UAF.
“Para hacer una agricultura moderna, las organizaciones requieren de economías
de escala que solo se logran con extensiones mayores a 10.000, 15.000 o 20.000
hectáreas, además de inversiones en infraestructura, ciencia y tecnología”,
declaraba con énfasis Juan Camilo Restrepo, actual Ministro de Agricultura.[6]
Una vez más, la lógica capitalista,
asociando al fetichismo de la mercancía el del capital, ha desarrollado el
infame concepto de las llamadas “destrucciones constructivas”, mediante el cual
se ordena la eliminación de las formas antiguas, tradicionales de producción en
beneficio de formas real o supuestamente más eficaces.
El Ministerio creará en
Carimagua, con asocio del Ciat, el centro de investigaciones agronómicas más
importante de la región, para el cual ha destinado recursos iniciales por
$6.000 millones. Éste contribuirá a identificar nuevas variedades de cultivos y
tratamiento para los suelos. En cambio, nadie se ocupa de prever el posible
daño ecológico, pues, al parecer, en todos los casos, Embrapa –entidad
científica que asesora por igual a las empresas inversoras y al Estado- responderá por ello.
Se echa de menos una auditoría ambiental
independiente, pues, el negocio de Embrapa es poner a producir tierras hasta
hoy consideradas improductivas y no lo es cuidar del medio ambiente en una zona
reputada como extremadamente frágil. La destrucción de la naturaleza, saldo
común a todo mega-proyecto, se produce inevitablemente, nos lo recuerda Samir
Amín, “debido a que la racionalidad del cálculo económico mercantil está por
definición reducida a un corto período de tiempo”.[7]
La carretera Puerto
Gaitán-Puerto Carreño, con una estructura de espina de pescado, permitirá
movilizar rápidamente la carga hacia otras regiones del país y tendrá un costo
calculado de $1,2 billones.
Para cumplir con los
requisitos ambientales, el gobierno, a través de la Corporación Autónoma de
Orinoquia (Corporinoquia) contrató la asesoría de la encopetada Universidad de los Andes de Bogotá, como dando
a entender –incluso, a pesar suyo- lo que mienta el llanero cuando exclama con
sorna: “¡Zamuro cuidando carne!”
Y, como para
testimoniar que los presupuestos ideológicos se han tornado ya lugar común, la
Revista Dinero, con la solemnidad de un tribunal, exhala su veredicto
aprobatorio:
Se necesitan
empresarios y gobernantes visionarios y capaces de ponerse a la altura del
desafío. La explotación sostenible del Llano es una oportunidad única para
Colombia, que tendría un impacto extraordinario sobre los ingresos y el
bienestar de la población. No se puede pensar en pequeño ni actuar con
individualismo. Es un reto de país.[8]
III. Marandúa
Inc.
Ahora, con la venia de
nuestra audiencia, permítasenos volver un poco atrás, a los tiempos bucólicos
del Presidente poeta Belisario Betancur, cuyos sueños tendrían que esperar para
su feliz realización al advenimiento del doctor Álvaro Uribe, y,
posteriormente, a su culminación, con la llegada del doctor Juan Manuel Santos.
No echemos en olvido que la “seguridad democrática” sentó las bases para la
“prosperidad democrática” e incluso alcanzó a mostrar de ésta ya sus más
prometedoras primicias.
Semana, la revista, nos
recuerda que, precisamente en la hoy llamada Alta Orinoquia iba a quedar
Marandúa, la Brasilia de Colombia, propuesta por el presidente Belisario
Betancur, como nuevo centro administrativo y modelo de planificación que, para
frustración de esta tierra de poetas, “nunca pasó del papel”.[9]
Y es que sólo ahora se
le ha podido encontrar virtudes hasta ayer ignoradas a esa tierra de gracia
que –por fin!- la han vuelto atractiva a
los ojos del capital que de veras cuenta, es decir, del gran capital internacional.
Veamos:
1. No existe en la zona
intertropical un área gobernada por un gobierno amigo –de los Estados Unidos,
claro!- tan vasta y tan favorable para la producción de biocombustibles,
verdadero corazón del proyecto de la altillanura, pues, lo único que
globalmente cuenta es “hacer de la agricultura una nueva fuente de beneficios”
y es obligatorio “producir para reportar divisas y por lo tanto para la
exportación”.[10]
2. Por ser una “tierra
sin selva”, puede hacerse allí una formidable intervención, sin tener que dar
explicaciones a los defensores del medio ambiente. Y hasta se le puede sacar
provecho a las plantaciones, ahora que está de moda la venta de oxígeno para
contrarrestar el calentamiento global.
3. Por tratarse de
tierras planas, se facilita el desarrollo de cualquier clase de cultivo.
4. Es tierra inútil
para la agricultura campesina y, por ende, no habrá pleitos sociales. La opción
única es, como en toda la periferia del mundo neoliberal, la implantación de
“una agricultura productivista integrada en el mercado mundial”[11]
Por todo esto, el
mega-proyecto encontró oídos receptivos en dos gringos de Raca Mandaca, como el
presidente George W. Bush y el otro hombre más rico del mundo -junto al
mexicano Gustavo Slim-, el flamante Bill Gates, dueño de Microsoft. Cuando el
doctor Uribe les confió su ensueño, a ambos les pareció “regio”, como dicen en
Bogotá.
Y a la consabida
pregunta de ¿cuánto hay pa’ eso?, la respuesta no se hizo esperar:
Hay multinacionales con cientos
de millones de dólares disponibles en caja para invertir en esta revolución.
Sólo esperan llegar a acuerdos con el gobierno para ocupar las tierras, y que
éste construya la infraestructura que garantice la salida de los productos. Por
tierra al interior del país, y por vías fluviales al exterior, aprovechando que
muchos de los ríos conectan con el Orinoco y que este desemboca en el Atlántico
por territorio venezolano.
Y, como en el caso de Newton y la manzana
felizmente dejada caer sobre su cabeza, aquí también fue “una feliz casualidad”
la que desató el maravilloso hallazgo:
En Marandúa, otro lugar de la
inhóspita Vichada donde Betancur
quería hacer su ciudad y de la que sólo quedó un enclave de la Fuerza Aérea
para prácticas de vuelo y bombardeos, el
Incoder le asignó a esa
institución 63.000 hectáreas para que las desarrollara. Su entonces comandante, el general Édgar
Lesmes, contactó a Gunter Pauli, presidente de la Fundación Z.E.R.I. (Zero Emissions Research Initiative), para
buscarle utilidad a esta tierra. Pauli, por su lado, hizo contactos que
abrieron la puerta al proyecto en foros en el exterior, lo que condujo a
interesar a compañías multinacionales. [12]
Las
oficiosas gestiones de este General, en improvisada función de diplomático,
produjeron resultados tan exitosos como para hacer rabiar de envidia a toda la
Cancillería… Las cosas siguieron manejándose con la misma discrecionalidad,
pero, además, con el mayor sigilo:
Los contactos
en el exterior provocaron el entusiasmo de uno de los bancos más grandes del
mundo, el J.P.Morgan Chase. Una decena de viajes de sus funcionarios a la zona
y un plan de acción diseñado por la escuela de negocios antioqueña EAFIT (de donde, por cierto, es egresado el
doctor Uribe), dieron a luz un primer proyecto que se ha manejado con total confidencialidad. [13]
La
revista de marras sigue dando cuenta de todo el tejemaneje que, mientras
adelanta, va tomando un sabor, lo más cercano al thriller:
El
11 de septiembre del 2006, William Harrison, Chairman de J. P. Morgan, junto
con varios de sus ejecutivos, viajó expresamente a una reunión en el Palacio de
Nariño para presentar su propuesta, que incluía un aporte inicial de 325
millones de dólares. La reunión no fluyó, pues Uribe no aceptó traductor y el
tema, “por su complejidad técnica”, no era de fácil comprensión para todos los
asistentes. Al parecer, el banco proponía que se le otorgaran “unas garantías
mínimas de ingreso”, lo que claramente es inaceptable aún para socios con
rodilleras nuevas.
Tras una serie de reuniones en Londres con el
vicepresidente Francisco Santos, al proyecto se le hicieron varios ajustes y
quedó en revisión para su posible firma, bajo el nombre de Marandúa Inc. En siete años, el Estado otorgaría en concesión
100.000 hectáreas, que, en apenas cinco años más, se duplicarían.
Por
su parte, ya desde entonces el Estado, en manos del doctor Uribe y un selecto
equipo de colaboradores venía haciendo lo suyo, invirtiendo, por ejemplo,
49.000 millones de pesos para hacer navegable el río Meta, y aprobando
proyectos por 82.000 millones más para los próximos cuatro años, que incluyen
la construcción de tres puertos.
Las expectativas que hay en la región son
altas, dice Semana. Pero, al mismo tiempo, haciendo acopio de esa prudencia tan
bogotana, se lava rápidamente las manos:
…el gobierno debe responder
porque una iniciativa de estas dimensiones no se empantane en prácticas que se
usaron en la colonización del resto del país. La semana pasada esta revista
alertó de posibles irregularidades en la adjudicación de miles de hectáreas a los
allegados de un político, y falta revisar cientos de titulaciones más que de
forma inexplicable se concentraron en el último año. No hay detalles sobre el impacto ambiental de los nuevos
sembradíos y es poco lo que se habla de la relación con las comunidades indígenas,
en lugares como estos donde hay resguardos y un porcentaje importante de la
población pertenece a alguna etnia.[14]
Para cerrar, ofrecemos de antemano disculpas por el mixturado contenido, fuertemente ideológico,
de nuestra última cita de Semana:
… con seguridad se
escucharán argumentos con tufillo anti imperialista, como el que sugiere que es
una equivocación destinar tierras para la producción de combustibles para
países ricos, cuando se podrían destinar para alimentos de los más pobres. Por ahora
se han dado puntadas acertadas hacia la primera meta presidencial de ocupar en
cuatro años 160.000 hectáreas, en 10 años dos millones más, y en 20 la
totalidad de los 6,3 millones. De la atención del país sobre el proyecto
dependerá que realmente el Renacimiento de la Orinoquía se convierta en una
tierra prometida para el país. Y no de las elites de siempre, o lo que es peor,
de unas pocas multinacionales. [15]
IV. Última hora
Las
noticias más recientes sobre esta revolución en pleno desarrollo están fresquecitas.
Y, de veras, anhela uno “recostar un taburete a la puerta de la calle y empezar
a contar desde el principio los pormenores de esta conmoción nacional, antes de
que tengan tiempo de llegar los historiadores”. [16]
Desafortunadamente,
ello no es posible y, hemos de consolarnos con la escasa información sobre el
tema que, no obstante, daría motivos de preocupación al más imbécil de los
conformistas. A través de todos los medios de información ha circulado la
noticia: el gobierno colombiano ha declarado como "áreas estratégicas
mineras" 17,6 millones de hectáreas, que van del Vichada al Amazonas (y un
trozo del Chocó), para… "garantizar la minería sostenible".
Sí,
sí. Escucharon bien: para garantizar la minería sostenible! Pero, además, la
noticia se originó en Brasil, desde la sede de la Conferencia de Naciones
Unidas de Río+20, donde el Presidente Santos habría
presentado tal declaratoria como muestra de las "ambiciosas iniciativas
para cumplir con indicadores de desarrollo sostenible"…
El
absurdo se comienza a “despejar”, cuando por la misma publicación nos
enteramos de que
…el presidente
Santos 'empacó' en uno dos anuncios diferentes. El primero, de que se doblará
el área del Parque Nacional de Chiribiquete de 1,5 a 3 millones de hectáreas, para
contribuir, según dijo, a frenar la tala y la potrerización que avanzan desde
el Caquetá hacia la Amazonia. El segundo anuncio, de que el gobierno ha
declarado como "áreas estratégicas mineras" 17,6 millones de
hectáreas que van del Vichada al Amazonas (y un trozo del Chocó) para
"garantizar la minería sostenible"... [17]
Lo cual, como lo
reconoce honestamente el medio, es cosa bien distinta. Se trataba, pues, de un
clásico “mico” colombiano que debió dejar fría a la mayoría de los
participantes en la cumbre ambiental. Al día siguiente, el ministro de
Minas, Mauricio Cárdenas “explicó” que se delimitará casi el 15 por ciento de
la superficie continental de Colombia (o cerca de cuatro veces la superficie de
4,9 millones de hectáreas sembrada hoy en el país), con el objetivo de promover
"proyectos para minerales estratégicos a pequeña, mediana y gran
escala". En un plazo de diez años se entregarán para exploración y se
seleccionarán para explotación de minerales estratégicos, como el oro, el
cobre, el platino, el hierro, el uranio o el coltán, bloques específicos en
esas áreas, de las cuales, buena parte está en zonas de reserva forestal,
resguardos indígenas o comunidades negras en las llanuras del Vichada y las
selvas del Vaupés, Guainía, Guaviare, Amazonas y Chocó.
Los 17,6
millones de hectáreas han quedado así abiertos a la exploración y la decisión
de donde hacerla o no “queda en manos de la recién creada Agencia Nacional de
Minería y de las sensibilidades -desarrollistas o ambientalistas- de quienes
estén al frente de ella en la próxima década.” Por lo demás, son evidentes los altísimos riesgos
que contrae abrir espacios a una actividad ambientalmente voraz como la minería
en zonas de gran biodiversidad. Por último, con esta decisión el gobierno
desoye, de hecho, los llamados de muchos ambientalistas a declarar una
moratoria en la explotación de recursos no renovables en una región que es uno
de los últimos paraísos del planeta. Creen éstos que el concepto de
“sostenible”, aplicado a la gran minería, es una contradicción en los términos
y lo que gane el país por dejarlos explotar no se compara con lo que perdería
en patrimonio ambiental irrecuperable, en uno de los últimos paraísos verdes
del planeta.
La gran pregunta
es –dice preocupado el redactor anónimo de la revista- “si este tipo de
decisión se debe tomar mediante una resolución administrativa, como esta, o si
debe ser producto de un gran debate nacional.” [18]
Consideraciones finales y propuesta
Evidentemente, no se
necesita ser un sabueso a lo Sherlock Holmes ni un marxista intempestivo para
empezar a sospechar, en presencia de todo lo hasta aquí referido, que se está
cocinando algo muy, pero, muy grave que, como lo hemos ilustrado
abundantemente, nada tiene de espontáneo. Donde lo más importante no es lo
que dicen los medios (Semana, Dinero,
Portafolio), sino lo que callan -hay escasas, pero, valiosas excepciones-, bien
por hallarse tan ayunos de información como los ciudadanos de a pie, bien,
porque, sabiéndolo, no nos lo quieren revelar; o bien, sencillamente, porque a
sus redactores asalariados cuanto viene sucediendo en la Orinoquia les parece
algo normal, casi natural.
Darse una vuelta por
Puerto Carreño le daría a cualquier periodista desavisado para más de un
reportaje, registrando, apenas, lo obvio, lo
que aflora a la superficie, lo visible. Por ejemplo, el ejército de
desharrapados de todos los colores, traídos al Vichada desde los más diversos
lugares de Colombia, cuyas mujeres y niños exhiben sus rostros espectrales y
sus cuerpos famélicos por las calles, mientras bregan por hacer alcanzar el
miserable salario mínimo para comida, techo, vestido y lo demás.
Lejos del crecimiento
del empleo, lo que acecha en el horizonte –en Villavicencio, ya un hecho cumplido-
es la multiplicación de las llamadas “masas inútiles”, es decir: “aquellas que
no aportan un valor añadido que se traduzca en acumulación de capital, y que
además tienen un poder adquisitivo prácticamente inexistente”. [19]
Las ayer poco
frecuentadas carreteras, más desoladas que nunca, sin un solo rancho a la vera
de interminables terraplenes. Flanqueados en su lugar por alambradas, sólo
interrumpidas de tanto en tanto por las garitas, cada una con su huachimán bien armado. ¡Nada más! Son
las líneas que marcan los linderos de los nuevos latifundios, aún más extensos
que los antiguos, dedicados a la ganadería pastoril. Contra estos últimos clama
hoy enérgico el Ministro de Agricultura, a sabiendas de que ya no existen, ni
existirán más: “No permitiremos que algún señor compre 40.000 hectáreas para
dejarlas improductivas y esperando a que engorden!” [20]
Los “cercamientos, como
se sabe, fueron instrumento decisivo en “la salvaje destrucción de las
comunidades campesinas locales”, en Inglaterra y luego en toda Europa, durante
el oscuro período de la “acumulación primitiva” del capital, cuyos
procedimientos se reproducen permanentemente en esta era del capitalismo
globalizado, “imponiendo una relación de desigualdad cada vez más profunda
entre sus centros dominantes y sus periferias dominadas”. [21]
Pero, lo que brilla por
su ausencia en medio de toda esta cosa turbia que, al parecer, muchos perciben
transparente, es la democracia, la república, el Estado de Derecho o como
quieran llamarlo. Todo ese cúmulo de actividad febricitante, todo ese
despliegue de iniciativa sin pausa, toda esa multitud de inversiones
multimillonarias, fruto exclusivo de acuerdos palaciegos, de decisiones
estrictamente administrativas, como resultas de las cuales se altera para
siempre la fisonomía del país y se destruye lo que aún quedaba del paraíso
originario…
Todo ello nos habla de un lugar donde la
democracia, si alguna vez la hubo, ha dejado de existir; nos habla, a las
claras de “la tiranía de un poder económico que circula incontrolado al margen
de los parlamentos nacionales” (‘Congreso eunuco’ ha llamado al de Colombia el
Senador Robledo). Es la imagen de un mundo donde el poder no discurre por
cauces políticos; donde una dictadura del capital se ha entronizado a
cabalidad, hasta conformar un verdadero “totalitarismo económico”. Pero,
además, todo esto sirve para recordarnos oportunamente que “el sistema económico
capitalista no funciona con los mismos criterios que los hombres que viven bajo
él y que discuten sus razones y motivos en el parlamento.”[22]
Mas, cuando la
ideología republicana, corazón del pensamiento político moderno, se nos antoja
cosa desvaída, y el cuerpo nos pide algo más fuerte, más radical, más
cristiano, más llanero, tendríamos que decir con el divino gordo de Kensington
que la idea de que ricos y pobres son iguales ante la ley es una broma, y una
broma muy fea; que nadie puede imaginar siquiera que cualquier actividad de los
ricos pueda caer en el dominio del derecho criminal; que al menos la mitad de
los recursos mediante los cuales se forman las grandes empresas han sido
considerados criminales en alguna comunidad del pasado.[23]
Y si la reflexión se
enrumba por caminos todavía más pasados de moda, más anacrónicos, hasta topar
con el viejo tópico de la soberanía
nacional, los mega-proyectos en curso o en ciernes traen espontánea e
inevitablemente a la memoria una vieja historia hace tiempo echada en el
olvido, el así llamado por los viejos textos escolares “crimen de Panamá” de
1.903… La historia de cuando “el gobierno de los Estados Unidos nos quitó por
conquista (…) la parte más importante del
territorio nacional, a pesar del tratado entonces vigente, mediante el cual
los Estados Unidos garantizarían por siempre “los derechos de soberanía y
propiedad que la Nueva Granada tiene y posee sobre dicho territorio.”[24]
Trece años después del
“I took Panama”, con el cual Theodore Roosevelt festejaba el latrocinio, el
Congreso colombiano, como sabemos, aceptó el pago de 25 millones para
restablecer “las relaciones de cordial amistad que por tanto tiempo existieron
entre las dos naciones”.[25]
Hoy, cuando aún no se
han cumplido cien años de aquella miserable componenda, el actual gobierno
colombiano –en esto también continuación del anterior- entrega a un hatajo de
ricachones domésticos y extranjeros buena parte del territorio nacional, una
porción de patria cuyo tamaño supera el de muchos países del mundo, sin contar
siquiera con la anuencia de un Congreso siempre complaciente con la tiranía del
poder económico.
Pero, a pesar de todo,
quizá no sobraría advertir que “el principal peligro es el de suponer más
completa de lo que es la conquista capitalista”, pues ello implicaría admitir
que a la mayoría le gusta ver a su país en manos de “una pequeña pandilla, más
desaforada que una de bandoleros, pero no tan valiente”. [26]
Podríamos, aquí y
ahora, empezar por hacer claridad al muchacho escribidor que, con esfuerzo,
consiguió apartarse una pizca de la dura línea editorial de Semana para hacerse
la pregunta más obvia: ¿Estará bien que este tipo de decisiones se tome
mediante una resolución administrativa o debiera ser producto de un gran debate
nacional? Solventémosle la duda sin pérdida de tiempo y, en vista de que el
desastre aún no se ha acabado de consumar, empecemos ahora mismo el debate,
prevalidos de la resonancia de este foro que reúne, excusando a los suscritos,
lo más granado de la intelligenza de
las dos llanuras.
Aportemos, cada uno
desde su propia perspectiva, cada uno desde su trinchera a la urgente batalla
por exigir un tratamiento democrático del mega-proyecto Renacimiento de la Alta Orinoquia, con éste o con otro nombre, o
incluso sin nombre.
Converjamos en la
diversidad para exigir que el país entero, desde las corporaciones públicas
hasta los sindicatos y las universidades, pueda conocer y dar su parecer sobre
el tema, en todos sus componentes: agrario, agroforestal, agropecuario,
agroindustrial y minero, y desde todos los enfoques disciplinarios: sociológico,
edafológico, ambiental, etcétera, y no sólo desde la economía o la historia.
Una discusión abierta,
pues, una discusión política, en el más amplio de los sentidos, parlamentaria y
extra-parlamentaria, nacional e internacional sobre algo de importancia
verdaderamente vital para ésta y las próximas generaciones: Que se vuelva a
abrir el espacio a lo político, contra la dictadura de las grandes corporaciones
económicas; que se torne o se vaya pronto a la democracia, al espacio de la
ciudadanía donde puedan dialogar y confrontarse todos los actores por igual,
tanto los que apoyan, como los que adversan el famoso proyecto…
¿Será esto posible todavía?
Claro que sí. Y, en caso contrario, con toda seguridad, valdría la pena morir
en el intento.
ANEXOS
PONENTE:
GERMÁN
PINTO SAAVEDRA (Girardot, Colombia, 1950).
Filósofo de la Universidad de los Andes, Bogotá.
Dirigente nacional estudiantil y luchador revolucionario en la década de los
setenta de la pasada centuria y posteriormente profesor universitario. Autor de
numerosos ensayos y artículos, aparecidos en revistas y diarios colombianos, ha
publicado hasta ahora tres libros: Cantan
los Alcaravanes (Bogotá, 1990), Fernando
González y nosotros (Premio Gran Mulato Americano, Medellín, 1995) La Poesía Popular de los Llanos (El
Perro y La Rana, Caracas, 2007). Su nombre se halla incluído en una Antología de la Poesía Inédita en Colombia
(Procultura, 1986). Director asistente en la película Lugares
Comunes (Focine, 1986). Desde 1996, vive en tierras del Capanaparo, Estado
Apure, donde alterna su trabajo de escritor con la agricultura y la cría
tradicionales del llano. Al frente de una experiencia de vida comunitaria por
más de una década, participa actualmente en el proceso de reconstrucción de la
patria que lo recibió como hijo. Desde el 2005 colabora en la revista A Plena Voz.
Celular: 0416 - 338 56 32. Casa: 0247-254 28 81.
Correo electrónico topin50@yahoo.es
Síntesis
Descripción y análisis
de un fenómeno que recientemente se ha iniciado en la región de los Llanos
orientales y, con particular acento, en las sabanas del departamento del
Vichada, República de Colombia, región colindante con las planicies del Apure
legendario, en la República Bolivariana de Venezuela. La compra masiva de
tierras e inversiones millonarias por parte de poderosos grupos económicos
nacionales y extranjeros, reclama una mirada consciente, atenta y reflexiva
sobre las consecuencias e implicaciones de todo esto, no solo en el hábitat
natural de los Llanos, sino sobre sus pobladores y sus dinámicas de vida. Es
decir, sobre su cultura.
Inmediatos efectos nocivos
Si, alejados de los
impactos emotivos que todo este desarrollo e inversión, pueden generar (prometiendo
progreso para regiones olvidadas y pobres, con nuevas tecnologías y fuentes de
empleo) pensamos con calma, es posible visualizar grises consecuencias. Entre
ellas, las siguientes:
Concentración
de la tierra. Desde años atrás, en Puerto Carreño, a
los habituales habitantes de ese pequeño poblado, les ha tocado acostumbrarse a
ver caras extrañas y ajenas, adueñándose de todo a su paso.
Afectación
Ambiental. Daño de las aguas-humedales, lagunas, caños y ríos.
Modificación
absoluta del paisaje llanero, de su fauna y flora
nativas. Pero, asimismo, alteración de toda su rica biodiversidad, hasta ahora
protegida por las difíciles condiciones de penetración.
Desequilibrio
social. La muy publicitada generación de empleo sólo
ocurre en trabajos mínimamente remunerados, pues, la mayor parte, y la más
importante de la labor se halla altamente maquinizada.
El
orden público será afectado también. La nueva
carretera genera inevitablemente profundos cambios demográficos, que conllevan
incrementos en las tasas de criminalidad relacionadas con diferentes delitos.
Aumento
artificial de la renta del suelo. Los nuevos
compradores adquirieron la tierra a muy bajo costo, pero, cada día que pasa,
renta vertiginosamente su inversión, como de un tiempo para acá viene
ocurriendo desde la propia Villavicencio.
Como siempre, la nueva carretera y el resto de la infraestructura, cuya
realización lleva casi cien años represada, se ejecutarán sin falta ahora,
cuando, tras la expropiación de los campesinos, las tierras aledañas ya tienen
nuevos dueños: gente importante, gente de valía; buena gente que, al contrario
de sus moradores tradicionales, necesita centenares de miles de hectáreas de
tierra para poder vivir.
Posibles líneas de investigación
El interés nuestro al ofrecer esta
problemática a los ilustres se centra todo en llamar la atención frente a esta
portentosa revolución en marcha en tierras antes baldías de la Orinoquia
colombiana y frente a su previsible impacto en el sustrato físico no modificado
e inmodificable de la historia, la cultura y la etnografía de los llanos.
Revolución, hemos
dicho. Verdadera revolución, aunque de derechas –permítasenos insistir-, que
está transformando y modificará hasta hacerlos irreconocibles, desde el
paisaje, hasta la idiosincrasia de sus gentes, ya de origen exógeno en su
mayoría. Como guías abiertas para desarrollos posteriores, formulamos las
siguientes líneas de investigación y análisis, que pudieran servir aunque solo
fuera como hipótesis de trabajo:
1. Modificaciones
sustanciales del medio ambiente, bastantes a provocar un colapso completo en lo
que a “oferta natural del medio” se refiere.
2. Desarrollo
insospechado de las fuerzas productivas e instalación de nuevas relaciones de
producción. Es decir, en pocas palabras, despojo masivo de los tradicionales
propietarios, llaneros e indígenas, en un proceso masivo, terriblemente
doloroso y cruel de expropiación, conocido como “acumulación originaria del
capital”. La lógica capitalista, asociando al fetichismo de la mercancía el del
capital ha desarrollado el infame concepto de las llamadas “destrucciones
constructivas”, mediante el cual se ordena la eliminación de las formas
antiguas, tradicionales de producción en beneficio de formas real o
supuestamente más eficaces.
3. Implantación
súbita del modelo único de civilización tecnológica, a partir de un salto
artificial prodigioso, desde formas de producción pre-capitalistas hasta una
que presenta los rasgos más característicos del último capitalismo.
4. Problemas
de política nacional e internacional. Para nadie es hoy un secreto que un
motivo apremiante para el conflicto con la comunidad indígena Nasa en el norte
del Cauca lo constituye la necesidad de despojar a este pueblo de su tierra
para establecer allí latifundios modernos dedicados al cultivo de caña para la
producción de biocombustibles. El mismo motivo jugó un papel central en el
derrocamiento, hace un mes, del presidente del Paraguay, Fernando Lugo.[27] Hay,
por otra parte, preocupación justificada en la Venezuela bolivariana, frente a cuya
frontera se extenderá este inmenso cinturón de gran propiedad capitalista
colombiana y transnacional, trenzado con la ya bien conocida cadena de dominio
paramilitar en la misma región.
5. Crisis
terminal de la cultura llanera en sus aspectos estéticos y espirituales
(incluidos, por supuesto, el llamado folklore
y toda la amplia gama de saberes tradicionales), sobre la base de la
liquidación absoluta de sus elementos materiales, e implantación de la
homogénea cultura de masas.
Prensa
EL PLAN DE SUBDESARROLLO ES OTRO
ADEFESIO ANTIDEMOCRÁTICO
Boletín
de Prensa del Congreso de la República
Bogotá,
D.C. Jueves 28 de Abril de 2011
"El
Plan de subdesarrollo está aprobado por un Congreso eunuco en un país gobernado
por el príncipe de Anapoima, y es la suma de libre comercio e inversión
extranjera donde los artículos sobre minería son de corte fascistoide",
dice senador Jorge Robledo.
"Los
cincuenta artículos de facultades extraordinarias otorgadas al Gobierno del
Presidente Santos, por el Plan Nacional de Desarrollo, hacen del Congreso un
parlamento eunuco y dejan al desnudo un adefesio antidemocrático concebido para
un país que más parece un feudo gobernado por el príncipe de Anapoima",
afirmó el senador Jorge Enrique Robledo (Polo Democrático Alternativo), al
fijar en la plenaria la posición de esa colectividad sobre la minería y el tema
agropecuario.
El
Plan Nacional de Desarrollo, añadió, "es la misma política que ha regido
el país desde hace veintiún años por mandato del FMI, la misma que devastó la
industria y la agricultura y la que nos llevó a padecer los mayores niveles de
desempleo en toda América". Citando al prestigioso economista Eduardo
Sarmiento Palacios, Robledo resumió el PND como "la suma de libre comercio
más inversión extranjera".
"No
hay tales locomotoras, ni en educación ni en vivienda ni en infraestructura ni
en el agro, porque más parecen carros de balineras. Y la única que pudiera
parecerlo, la de la minería, no es una locomotora, sino una aplanadora contra
el medio ambiente, contra los trabajadores y contra el agro y la industria
nacionales. Colombia ha venido retrocediendo a las aciagas épocas de la corona
española, cuando todo se hacía depender de la minería".
Hizo
especial referencia a los artículos punitivos contra los pequeños y medianos
mineros, a los que se castiga con multas y decomisos y con quitarles los
títulos, además de las acciones penales. “Es una legislación de tipo
fascistoide –precisó–, que trata un asunto económico y social como un caso de
policía, en beneficio de las trasnacionales mineras”.
Al
hacer alusión al tema agrario, dijo que los artículos 45, 46 y 47, copiados
casi íntegros del proyecto de ley de desarrollo rural que se le hundió al
exministro Arias Leyva, le allanan el camino a una concentración sin
precedentes de la tierra. Citó el artículo de la revista Dinero titulado “Los
nuevos llaneros”, en el que la publicación incluye a Luis Carlos Sarmiento
Angulo y a Julio Mario Santo Domingo como los nuevos dueños de las tierras
rurales, y precisó: “Nadie antes se había atrevido a hacer lo que Juan Manuel
Santos y Juan Camilo Restrepo se proponen hacer con los baldíos del Estado:
entregarlos sin tope alguno, no a los campesinos, sino a cualquier magnate
extranjero o nacional que acredite unos requisitos mínimos”. Demandó que los
tres artículos, metidos como un mico, sean retirados por el gobierno y
presentados al Congreso en un proyecto aparte para que se decida, no a las
escondidas, sino de cara al país.
Robledo
le preguntó al oficialismo si va a permitir que en Colombia haya un capitalismo
que no sea el de los monopolios nacionales y extranjeros. “Es el debate de
fondo”, aseveró. Rechazó de nuevo el Tratado de Libre Comercio con Estados
Unidos, parte esencial del Plan Nacional de Desarrollo, y concluyó citando a
Fedegán: ¿cómo es que el gobierno quiere un TLC en medio de la catástrofe
invernal?
¿CUÁL ES LA VERDAD DEL
'DESARROLLO' DE LA ALTILLANURA?
Publicado
en Noticias de Villavicencio.com, 23-02-2011
Análisis. Todos los días escuchamos sobre
millones de dólares que se invertirán, pero, ¿eso le está dejando ganancias al
llano y al llanero?
La
revista Dinero publicó recientemente como tema central el artículo Los Nuevos
Llaneros, donde cuentan la inversión que están haciendo tres grandes
empresarios colombianos en la altillanura, entre Meta y Vichada (foto de la
portada). A criterio nuestro, esa nota de prensa deja más preocupaciones que
motivos de alegría para el futuro de esta región.
Se
habla abiertamente de la crisis alimentaria; las vías de comunicación que el
Gobierno planea parece que fueran para exportar los productos; esos grandes
proyectos agroindustriales no generarán tanto empleo; desde Uribe y ahora
Santos, proyectan leyes que sólo los favorecerán a ellos (por ejemplo, Santos
le tuerce el 'pescuezo' a la Unidad Agrícola Familiar en el Plan Nacional de
Desarrollo).
Nos
tapan el aumento del cultivo de agro-combustibles cuando no necesitamos energía
y siendo nosotros quienes habitamos esta tierra, deberían invitarnos a planear
el futuro de la altillanura.
Dinero
cita como fuente a Organización para la Agricultura y la Alimentación de
Naciones Unidas (FAO por sus siglas en inglés), quienes “estiman que la
producción global de alimentos tendría que aumentar en 70% para el año 2050” y
que “la crisis alimentaria es una de las grandes amenazas para la estabilidad
global en este siglo”. Eso es el reconocimiento de la crisis mundial de
alimentos. Hoy Colombia es importador neto de maíz, soya y trigo y la FAO como
el Banco Mundial tienen mediciones e indicadores desoladores, con cifras del
descenso vertical de la producción de alimentos en Colombia en los últimos 10
años. Eso se traduce en hambruna con incremento de pobreza y miseria.
El
que empresarios de esa envergadura estén pensando en alimentos nos hace
preguntarnos, ¿están cambiando los agrocombustibles por alimento?, ¿nos echan
el cuento de los alimentos para tapar el aumento del cultivo de
agrocombustibles? y si están pensando en el mercado nacional, se planean obras
como si se fueran a utilizar para exportar. (Carretera entre Puerto Gaitán y
Puerto Carreño y la navegabilidad al Río Meta, para conectar al Orinoco con
Puerto Ordaz en Venezuela, donde “también podrían cargar alimentos”, dice
Dinero)
El
que lleguen grandes dineros a la región, también genera una mayor expectativa
laboral. Al Meta están llegando familias enteras a Puerto López, pero más a
Puerto Gaitán, donde el petróleo y el ‘desarrollo’ de la altillanura los hace
pensar que acabarán sus penas, pero no hay tal color de rosa.
Cita
Dinero que “La siembra se realiza con tecnología de punta, que incluye 16
máquinas controladas por computador, las cuales plantan 940 hectáreas diarias,
y cosechadoras que recogen en dos semanas la producción de 6.000 hectáreas”.
Esas
nuevas tecnologías, los procesos mecanizados y los cultivos de tardío
rendimiento, dejan sin esperanza a llaneros y extraños. Los campesinos que
logran conseguir una vacante están siendo sometidos por esas grandes empresas,
a tratos laborales que nos hacen recordar la época de las caucheras, donde por
una linterna tenían que trabajar varios meses, y quién llega a trabajar con
algunos de esos grandes empresarios, está saliendo más pobres que cuando entró
y con la moral por el piso.
Dinero
habla de Los Nuevos Llaneros: Alejandro Santo Domingo con Invernac que cultiva
maíz y soya. El mismo Santo Domingo con su familia tiene Refocosta en
Villanueva, Casanare, donde hay sembradas 3 mil 500 hectáreas (has) de especies
forestales y piensan apostarle a los biocombustibles.
Luís
Carlos Sarmiento Angulo, lleva años en el Meta. Con la Organización Pajonales y
en asocio con Mavalle, tienen cerca de 5 mil has con caucho y esperan llegar a
10 mil has.
Jaime
Liévano con el grupo Aliar y su proyecto ‘modelo’ La Fazenda. Tiene 13 mil has
con soya y maíz y dice haber invertido 100 millones de dólares. Son sus socios,
de Santander: Marval, Rayco, Mc Pollo y Comertex; de Antioquia son: Premex,
Contegral, Finca y Frico.
Con
ellos hay que nombrar a un combo más grande, que le apuestan a la soya, al maíz
y a los forestales; pero mucho más a los agrocombustibles, con los que se
piensa ‘suplir’ una necesidad energética, cuando no estamos requiriéndola.
Además
les están entregando miles de hectáreas de tierra, en una de las pocas zonas
del mundo donde se podría sembrar para garantizar la seguridad alimentaria.
En
la altillanura también están: (Y se nos quedan por fuera algunos)
- Agropecuaria y Comercializadora del Meta: con
7 mil hectáreas (has) cultivadas. - Mónica
Colombia: de Ricardo Cambruzzi y Sergio y Francisco Marchett, que también están
en el Matto Grosso de Brasil y en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, tienen maíz
y soya en 3 mil has en Puerto Gaitán y desean ampliarse a 12 mil has.
-
Enrique Mazuera (foto) con 2 mil 500 has cultivadas de maíz, soya, arroz y
ganado.
-
Francisco Santos Calderón: el exvicepresidente en asocio con otros dos, tienen
la Finca Merearis con mil 40 has de agrocombustibles.
-
Ingenio Sicarare: de Arturo Sarmiento Angulo, hermano del banquero Luís Carlos,
tiene cerca de 20 mil hectáreas por Carimagua con soya y arroz.
-
Inversiones Manuelita: de la familia Eder y con Harold Eder gerenciando, tiene
entre San Carlos de Guaroa, Meta, y Orocué, Casanare, 37 mil hectáreas con
palma.
-
Proyectos Forestales: es un grupo conformado por Puerto Navajas, Organización
La Primavera, Anisol Ltda y Bosques de la Primavera que tienen 17 mil
hectáreas; empezaron cultivando maíz y soya, pero le apuestan fuerte a los
maderables.
-
Grupo Empresarial GPC: del colombiano Frank Kanayet (foto) y el
chileno-argentino Manuel González. Tienen el complejo industrial Cantaclaro en
Puerto López, donde procesan la yuca que tienen cultivada en 15 mil hectáreas,
para extraer etanol.
-Kanayet
es uno de los mayores accionistas privados de Ecopetrol con 12 millones de
acciones; vende en el país las marcas Ferrari y Maserati y su Grupo GPC los
conforman las empresas GPC Drilling, Petrofood Services, Sumprocol y
Colregistros. Con las facilidades que ha otorgado el Gobierno, es fácil que
lleguen más inversionistas, colombianos y extranjeros (como los empresarios
chinos que necesitan 400 mil hectáreas de tierra o los de la India que andan de
compras por Latinoamérica) y será un ‘desarrollo’ que muchos verán con buenos
ojos, pero lo que se está levantando detrás de estas intenciones, podría ser
perjudicial para el Meta y el Vichada.
Esperemos
que en 30 o 40 años, cuando ya le hayan sacado la leche a esta vaca que se
llama altillanura, sea mantenga como emporio de riqueza ambiental; podamos ver
los ríos, lagunas y la diversidad intacta; el campesino con una parcelita para
él y su familia y a los viejos llaneros casi tan adinerados como los nuevos
llaneros.
Que
inicie el debate.
KING KONG EN EL PALACIO DE NARIÑO
Publicado
en Noticias de Villavicencio.com 11/02/2011
(Extractos)
El
Presidente Santos tiene a King Kong en Palacio. En el Plan Nacional de
Desarrollo oculta una agenda que la población desconoce, y el Gobierno, ni su
Unidad Nacional han querido discutir. Estos son los descomunales 'micos':
Si
el Congreso de la República aprueba el Plan Nacional de Desarrollo radicado la
semana pasada por el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, es posible que
(…) se acaben los subsidios para los proyectos productivos de los campesinos
pobres y desplazados y cambiaría la actual Unidad Agrícola Familiar (UAF) que
hoy adjudica 900 hectáreas de tierra, para poder entregar en departamentos como
el Meta o Vichada, miles de hectáreas baldías a empresas nacionales y
extranjeras. Estos son apenas una muestra de los artículos que están escondidos
en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2010-2014 – Prosperidad para Todos, del
presidente Juan Manuel Santos, que afectarían al grueso de la población y que
cada día están saliendo a la luz pública, como está pasando con la discusión
por el aumento de la edad para pensionarse.
Se acaban subsidios para el campo
Los
campesinos pobres y desplazados, se pueden ir olvidando de los subsidios a que
tienen derecho vía reforma agraria para la ejecución de proyectos productivos,
este gobierno planea acabarlos.
Lo
dice el artículo 170 del proyecto de Ley del Plan Nacional de Desarrollo, que
deroga el artículo 21 de la Ley 160 de 1994 [3], norma que intentó redistribuir
la propiedad y aliviar el problema de tierras que existe en el país.
El
Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) no volvería a realizar
convocatorias para financiar al campo, en especial para quienes no tienen un
buen músculo financiero que les permita desarrollar sus actividades
agropecuarias.
El país de feudales que sueña
Santos
En
el proyecto del Plan Nacional de Desarrollo de Santos hay una propuesta que
afecta negativamente a la Orinoquia colombiana, y le dará vía libre a las
grandes plantaciones de monocultivo de palma de aceite o caña, para producción
de agrocombustibles.
Revisando
los artículos 45, 46 y 47, le sacan el cuerpo al límite de la Unidad Agrícola
Familiar y con la figura del Proyecto Especial de Desarrollo Agropecuario,
podrán adjudicar a una sola persona natural o jurídica, nacional o extranjera,
en departamentos como Meta y Vichada, grandes extensiones de terrenos, como las
400 mil hectáreas que dicen inversionistas chinos que necesitan en la
altillanura colombiana. Los pequeños o medianos campesinos si tendrán que
acogerse a la tradicional UAF, pero si quieren acceder a grandes extensiones de
baldíos, será un requisito sine qua non la alianza con grandes productores para
proyectos agropecuarios y forestales especiales.
Esos
terrenos baldíos serán destinados a las zonas de desarrollo empresarial y
crearán una comisión que sólo intervendrá para aprobar proyectos cuando supere
10 veces la Unidad Agrícola Familiar.
Reacciones
Para
el profesor de la Universidad de los Llanos en Villavicencio, Eudoro Álvarez
Cohecha, Santos en el Plan Nacional de Desarrollo hará lo mismo que Uribe.
“En
la Orinoquia están las últimas tierras aptas para la ampliación de frontera
agrícola en Colombia y el Plan de Desarrollo posibilitará entregarlas en
grandes latifundios a empresas extranjeras para producir agrocombustibles que
no necesitamos, negándole al país y al mundo los alimentos que con tanta
urgencia se necesitan. Y más grave aún, atizará el conflicto político y social
al concentrar la propiedad de la tierra y negar cualquier posibilidad de
inclusión y progreso al campesinado”, expresó.
Jhon
Jairo Rey Ortiz, presidente del Polo Democrático Alternativo en el Meta,
expresó que “estos temas incluidos como verdaderos orangutanes en el proyecto
de ley del Plan Nacional de Desarrollo, deben discutirse de frente a la
ciudadanía y a los electores, así como se desenmascaró la iniciativa de elevar
la edad de las pensiones, para que el país decida si de verdad habrá
Prosperidad para todos”.
CAÑA Y PALMA: ¡AHÍ
VIENEN LOS GRINGOS!
Aurelio
Suárez Montoya
Publicado
por Polo Democrático Alternativo-MOIR, 21 de Febrero de 2012
En
febrero de 2006 Álvaro Uribe dijo al finalizar la negociación del TLC con
Estados Unidos: “Además, el azúcar tiene unas grandes alternativas…para
producir ese alcohol carburante, que podemos exportar desde ya”; “son infinidad
los productos que se benefician,…la palma africana –ahí (sic) tiene Colombia
una gran revolución, la producción de biodiesel…”. Con lo de la caña y la palma
justificaron entregar arroz, maíz y avicultura.
También
se otorgó un arancel del 15% para el ingreso del etanol norteamericano, con
reducción al 0% en 5 años. Desde noviembre de 2010, ese porcentaje base es del
10%, gracias al rebajón arancelario unilateral de Santos. El “biodiesel”
estadounidense quedó con cero aranceles.
Pero
algunos hechos comienzan a mostrar que las promesas ganadoras para caña y palma
se desvanecen. Las eventuales importaciones de jarabe de maíz, como
edulcorante, y de una amplia gama de productos con azúcar incorporado,
desplazarían el dulce nacional del mercado interno. Y los problemas de
comercialización ilegal de aceites líquidos afectan la palma, cuya
participación en ese segmento es 15%. Tampoco dejan de preocupar las futuras
importaciones con base en soya, canola, maíz o girasol.
En
2006, no calcularon que Estados Unidos sería fuerte exportador de etanol y
“biodiesel”, elaborado con soya, grasa animal y aceite reciclado. Las
exportaciones norteamericanas de alcohol carburante en 2011 superaron mil
millones de galones y hasta le vendieron a Brasil casi 200 millones. El costo
de producción brasilero por galón está sobre 1,50 dólar, en Estados Unidos es
menos de 1,05 y el valor final al público es de 1,80. En Colombia es el doble
de Norteamérica, y para el consumidor final cuesta casi el triple. En
“biodiesel”, Estados Unidos es segundo productor global detrás de Europa. El
mercado interno norteamericano para etanol y “biodiesel” está saturado, y por
ello requieren exportarlos. Las ventas externas han sido sancionadas por
prácticas ilegales. En 2009, la Unión Europea aplicó cláusulas anti-dumping,
que intentaron ser burladas camuflando carburante norteamericano como
canadiense o de Singapur. Australia también impugnó envíos transados a precios
por debajo del costo y se le acusa de reexportar producto asiático.
Los
agrocombustibles se validaron para reemplazar gasolina y diesel en los motores.
Muy pocos pensaron que los substitutos podrían venir de Estados Unidos, el
primer comprador de petróleo. Con el TLC, 209 plantas estadounidenses de
etanol, con capacidad de 14.764 millones de galones, que supera su demanda
nacional, y las más de 150 de “biodiesel”, que colocan en su país apenas un
tercio de su capacidad productiva de 3 mil millones de galones, cuentan las
horas para caer sobre Colombia.
Cañeros
y palmeros: por ustedes también vienen los gringos.
JUGANDO CON EL HAMBRE: LOS
MILLONARIOS NEGOCIOS CON LA TIERRA
Semana.com,
Bogotá, abril 7 de 2012
Multinacionales,
países petroleros y fondos de inversión están comprando millones de hectáreas.
El equilibrio natural, el destino de los campesinos y el futuro del planeta
están en juego.
Hay
un producto más atractivo que el oro, más rentable que el petróleo y más
codiciado que las acciones de Apple: la tierra. En los últimos diez años en
África, América Latina y el Sureste Asiático, 230 millones de hectáreas han
sido cedidas, vendidas o alquiladas a estados petroleros, potencias emergentes,
conglomerados industriales, fondos de inversión y bancos. Es como si hubieran
comprado a Francia, España, Alemania, Reino Unido, Italia, Portugal, Irlanda y
Suiza juntos. Una fiebre de miles de millones de dólares que está trastornando
el planeta al establecer plantaciones gigantes donde antes solo había sabanas,
selvas y pequeñas parcelas. Puede ser la oportunidad para impulsar una
verdadera revolución verde pero, a cambio, el mundo está jugando con su
equilibrio y su sostenibilidad.
Desde
tiempos coloniales, empresas y gobiernos extranjeros se tomaron tierras en todo
el mundo. Pero en 2008, cuando se dispararon los precios de los alimentos, se
aceleró el frenesí por comprar. Ese año, según la compañía de análisis
financiero Bloomberg, el trigo aumentó 130 por ciento; la soya, 87 por ciento;
el arroz, 74 por ciento, y el maíz, 31 por ciento. Sorprendidos, países que
importan gran parte de su comida, inversionistas y compañías agroindustriales
redescubrieron el aforismo del autor estadounidense Mark Twain: "Compren
tierra porque ya no la fabrican".
Comenzó
entonces la carrera por las hectáreas. Como le dijo a SEMANA Danielle
Nierenberg, experta en agricultura sostenible de la ONG Nourishing the Planet:
"muchos países ricos se empezaron a preocupar por la manera cómo iban a
alimentar a su población en 10, 20 o 30 años y se pusieron a buscar sitios para
cultivar". Así fue como Arabia Saudita, Emiratos Árabes o Qatar, países
desérticos que importan 60 por ciento de su comida y que tienen los bolsillos
repletos de petrodólares, se volcaron a adquirir suelos fértiles en Etiopía,
Kazajistán o Indonesia.
Japón,
China y Corea del Sur también compraron compulsivamente. Seúl controla ahora, a
través de grandes consorcios como Daewoo o Hyundai, 2.300.000 hectáreas en
otros países. Es uno de los terratenientes más grandes del planeta y sus
propiedades llegan hasta Brasil, Tanzania, Filipinas o Rusia. China, por su parte,
se prepara para enfrentar un reto enorme. Tiene 1.400 millones de bocas para
alimentar, el 20 por ciento de la población mundial, pero menos del 10 por
ciento de los suelos cultivables del planeta. Con la urbanización y la
industrialización, se está consolidando el problema. Por eso en los últimos
años Beijing firmó contratos con más de 30 países.
Uno
de estos es República Democrática del Congo, el país más grande de África, que
lleva décadas atrapado en la llamada guerra mundial de África. En esa nación,
empresas chinas consiguieron una concesión para instalar la plantación de palma
más grande del mundo, que cubrirá en los próximos años un millón de hectáreas
-casi cuatro veces el tamaño de Bogotá-.
Pero
no solo los gobiernos invierten. Con los precios del petróleo por las nubes, la
demanda por biocombustibles está aumentando a una velocidad vertiginosa, y con
ella la presión para sembrar caña de azúcar, palma africana, soya o jatropha,
una mata con propiedades similares. Grandes empresas del sector energético,
químico o agroindustrial están adquiriendo por doquier. En Argentina, enormes
extensiones de soya, destinada a biocombustibles, están devorando la pampa y
reemplazando alimentos como el ganado o el trigo.
Pero
el suelo ya no es solo para cultivar. También se volvió una forma para ganar
mucho dinero. Después de la crisis financiera de 2008, las tierras atrajeron
inevitablemente a los mercados financieros, pues es un negocio seguro. Con el
auge de los biocombustibles, el calentamiento global, el incremento de la
población mundial y el alza de los alimentos, la presión sobre la tierra va a
seguir creciendo. Warren Buffett, el multimillonario estadounidense, se gastó
400 millones de dólares en soya y azúcar en Brasil. En Argentina, la familia
Benetton posee 900.000 hectáreas en la Patagonia y el gurú de las finanzas
George Soros ya tiene un fondo para adquirir tierras en América del Sur.
Como
la compra masiva de tierras es aún un fenómeno reciente, sus consecuencias aún
son inciertas. Los nuevos terratenientes insisten en que es una oportunidad
única para sacar de la miseria a millones de campesinos. Prometen inversiones
en educación, salud, carreteras, inyectar tecnologías y mejorar la
productividad. Pero, como dijo a SEMANA Carlos Vicente, de la ONG Grain, los
riesgos son demasiado grandes: "El acaparamiento de tierras ya está
teniendo un tremendo impacto. El desplazamiento de comunidades locales, la
destrucción de las economías regionales, la pérdida de la producción de
alimentos para el consumo local, la pérdida de la biodiversidad, los impactos
de los monocultivos y de los agrotóxicos usados en la producción agroindustrial
son efectos que ya son parte de la realidad".
Las
dos terceras partes de los nuevos negocios se están firmando en África, en
países que muchas veces carecen de instituciones capaces de ejercer un control.
Las transacciones son opacas y los derechos del campesino no son precisamente
la preocupación principal de los dirigentes. Además, muchos países están
dispuestos a todo tipo de sacrificios con tal de atraer las inversiones.
Philippe Heilberg, un inversionista estadounidense que tiene cientos de miles
de hectáreas en Sudán del Sur, se lo explicó con mucho cinismo a la revista Der
Spiegel: "Cuando hay poca comida, el inversionista necesita un estado
débil que no lo fuerce a regirse por las reglas". Así es como en
Mozambique inversionistas consiguieron contratos de alquiler de 99 años, con
exenciones de impuesto sobre 25 años, al irrisorio precio de un dólar por
hectárea alaño. Cada año solo van a pagar 300.000 dólares, lo que vale una casa
en un suburbio de clase media en Houston.
También
abundan denuncias de grandes organizaciones humanitarias sobre regiones enteras
que son desplazadas. En enero, Human Rights Watch denunció que 70.000 campesinos
de Etiopía abandonaron sus pueblos después de que el gobierno vendió sus
tierras. Oxfam, por su parte, indicó que en Uganda 20.000 personas salieron de
sus parcelas para que ahí se instale una compañía maderera.
Pero
tal vez la mayor preocupación es que, aunque parezca contradictorio, la
producción masiva estimula el hambre. Nierenberg dijo que "los gobiernos
muchas veces venden sin consultar con las comunidades. Los granjeros, ya sin
parcela, no pueden alimentar a su familia y se ven obligados a migrar a las
ciudades". Además, los alimentos ahora compiten en un mercado global. El
pobre de Etiopía tiene que pagar un precio competitivo por el trigo que consume
o, de lo contrario, el producto es exportado. Y el modelo agrícola, basado
sobre todo en biocombustibles, acaba con los cultivos tradicionales. A mediados
del año pasado, miles de personas murieron de hambre en el Cuerno de África.
Una crisis que, según un reporte del Banco Mundial, fue provocada por una
sequía prolongada, pero también por el auge de biocombustibles que
contribuyeron a la inflación de la comida.
Por
ahora, activistas y ONG tratan de imponer un código ético mundial, mayores
controles y más transparencia en el mercado de tierras. Aunque algunos, como
Carlos Vicente, piensen que "buscar un punto medio es como intentar que
convivan en una jaula un cordero y un león", el mundo tiene la obligación
de resolver pronto cómo va alimentarse, sin correr el riesgo de autodestruirse.
[1] Revista Semana. Sábado 28 de Abril de 2007
[2] Ibídem
[3] Briceño Iragorry, Mario. Obras Completas.
Vol. 3. Eds. del Congreso de la República, Caracas, 1989, p. 11
[4] Todos los datos a propósito de “Llaneros de
más allá de la pata’el cerro” tienen como fuente Revista Dinero, 21 de Febrero
de 2011.
[5] Dos Santos, Theotonio. Del Terror a la
Esperanza. Auge y decadencia del Neoliberalismo, Monte Ávila, Caracas,
2011, p. 108
[6] Revista Dinero, loc. cit.
[7] Amín, Samir. Prefacio a: Houtart, François. Deslegitimar
el capitalismo, reconstruir la esperanza. El perro y la rana, Caracas,
2007, p.p. 9-10
[8] Ibídem
[9] Revista
Semana, Sábado 28 de Abril de 2007
[10]
Alternatives Sud, vol. VIII,
nº.1, 2001
[11]
Houtart, François. Op. cit., p.49
[12] Ibídem
[13] Ibídem
[14] Ibídem
[15] Ibídem
[16] García Márquez, Gabriel. Los funerales de
la Mamá Grande. Ed. Sudamericana, 1969, p. 126
[17] Revista Semana, loc. cit.
[18]
Ibídem
[19]
Houtart, François. Op. Cit., p. 48
[20] Revista Dinero, 21 de Febrero de 2011, loc.
cit.
[21] Amín, Samir. Loc. cit.
[22] Fernández Lira, Carlos y Alegre Zahonero,
Luis. Comprender Venezuela, pensar la democracia. Fundación editorial el
perro y la rana, 2007, pp. 77-78
[23]
Chesterton, G. K. Los límites de la cordura: El distributismo y la cuestión
social. El buey mudo, Madrid, 2010, p.p. 102-106
[24] Henao,
Jesús María y Arrubla, Gerardo. Historia de Colombia . Ed. Voluntad,
Bogotá, 1952, p.p. 816-817.
[25] Ibídem
[26] Chesterton, G.K. Los límites de la
cordura: El distributismo y la cuestión social. El buey mudo, Madrid, 2010,
p.p. Loc.cit.
[27] Noticiero Telesur, emisión matutina del lunes
23 de julio de 2012. Vèase también: www.telesurtv.net