martes, 10 de julio de 2012

LLANOS ORIENTALES: EL FUTURO DEL SECTOR PETROLERO Revista DINERO, Noviembre 18 de 2010


Al finalizar el año el país superará la producción de un millón de barriles de petróleo equivalentes por día, de los cuales más del 40% estarán concentrados en esa región. Los presidentes de Ecopetrol y Pacific Rubiales y el Ministro de Minas y Energía hablaron acerca del tema durante la inauguración de las facilidades definitivas de los campos Rubiales y Quifa.

El ministro de Minas y Energía, Carlos Rodado, aseguró que el país estará produciendo más de un millón de barriles de petróleo equivalentes por día. “Se proyecta que al final de año se estén produciendo 850.000 barriles de crudo por día y una producción de gas traducida en barriles de petróleo equivalente a 200.000 barriles. Para un total de producción de 1.050.000 barriles equivalentes de petróleo al día”.

Por su parte, Ecopetrol proyecta producir a final de año cerca de 520.000 barriles de petróleo por día, más una producción de gas de 100.000 barriles equivalentes por día, para un total de 620.000 barriles de petróleo equivalentes por día.

El presidente de Ecopetrol, Javier Gutiérrez, destacó que desde hace más de cinco años, el país ha tenido éxito en la exploración de crudos pesados que tienen origen en los llanos orientales, que aunque sean pagados a menor precio que los crudos livianos, han mostrado grandes resultados en términos de descubrimientos y de producción.

Según Gutiérrez, las perspectivas en la producción de petróleo en el país son muy prometedoras, gracias a los esfuerzos y las inversiones que se están realizando en esta zona del país.

Por su parte, el presidente de Pacific Rubiales, Ronald Pantin, aseguró que la compañía proyecta duplicar la producción de 225.000 barriles de petróleo que alcanzará al finalizar el año a 500.000 en un periodo de cinco años. “A eso le estamos apuntando con los desarrollos de los campos Rubiales, Quifa, CPE-6, CPO12 y CPO 14”.

El potencial llanero

“En la región de los llanos orientales hay mucho petróleo pesado y acá esta el futuro del desarrollo petrolero en Colombia fundamentalmente”, dijo el presidente de la petrolera canadiense.

Solamente en el primer trimestre del año el departamento del meta alcanzó una producción de 270.000 barriles por día, lo que significó un crecimiento del 50% con respecto al año anterior. Al finalizar el año la región estará produciendo 350.000 barriles de petróleo por día, es decir, el 41,17% de la producción del país. “La proyección es que para el año 2011 la producción en los campos del meta sea de 420.000 barriles por día”, dijo el presidente de Ecopetrol, Javier Gutiérrez.

En términos de regalías, según cifras de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, en los últimos 7 años, la región ha recibido por este concepto $3 billones y este año recibirá un 58% adicional.

“Los nuevos hallazgos nos llevan a concluir que los Llanos Orientales será una de las nuevas provincias petroleras del mundo y que le permitirán al país alcanzar la autosuficiencia petrolera más allá del año 2020”, complementó Gutierrez.

Según el presidente de la petrolera estatal, en la Ronda 2008 fue donde empezó la revolución en la extracción de crudos pesados. “De 43 bloques ofrecidos en un área de 7,6 millones de hectáreas, 17 estaban localizados en la región de los llanos orientales y fueron asignados a compañías petroleras con claros intereses en su potencial, en desarrollo de ese proceso se adjudicaron 4,2 millones de hectáreas para buscar hidrocarburos” .

Este año, en la Ronda 2010, se adjudicaron 78 bloques para explotación petrolera en todo el país, de los cuales al menos 50 se encuentran en Meta, Casanare, Arauca y Vichada. “Ha sido tanto el interés de las compañías en la región que ya no quedan áreas para adjudicar”, aseguró el directivo de Ecopetrol .

Compañías de la talla de Talismán, Hocol, SK Energy, Shell, Pacific Rubiales, Ecopetrol, entre otras han desplegado una importante búsqueda de hidrocarburos en la región y ya han empezado la producción, hasta el punto que se proyectar aumentar la capacidad de los oleoductos para poder transportar todo el crudo que se está produciendo. “El departamento del meta ya está viendo los frutos cosechados y como resultado sigue obteniendo más hallazgos”, aseguró Gutiérrez.

En materia fiscal, el ministerio de Minas y Energía calcula que en los próximos 10 años, las entidades territoriales reciban $100 billones en regalías y $270 millones en impuestos y dividendos. “En total el gobierno podrá financiar proyectos de desarrollo en todo el país por $370 billones que recibirá de las actividades minero energéticas”, comentó el ministro de esta cartera, Carlos Rodado.

Las reservas de los campos Rubiales y Quifa

Los resultados preliminares del proyecto Star (Synchronized Thermal Additional Recovery), que tiene que ver con la posibilidad de lograr una recuperación adicional del Campo Rubiales, es decir, lograr mayor extracción del crudo con respecto a las reservas probables del campo, permiten pronosticar que el proyecto Rubiales-Quifa, es una de las mayores promesas de mayor producción en la región del meta.

El Campo Rubiales tiene 4.250 millones de barriles de reservas, de las cuales se por recuperación primaria se podría extraer hasta ahora un 15%, es decir, alrededor de unos 630 millones de barriles.

Según Pantin, un estudio reciente reveló que es probable que por recuperación secundaria puedan tenerse reservas por un 30% adicional. “Eso quiere decir que podemos contar con un 45% de recuperación. En términos más sencillos el campo alcanzaría unas reservas totales recuperables de 1.900 millones de barriles, que es el mismo número de reservas que tiene en este momento Colombia incluido el campo Rubiales”.

Por el lado de los ingresos, el presidente de la compañía canadiense destacó que el valor presente neto de las reservas del proyecto Rubiales-Quifa, descontado al 10%, es de US$25.000 millones. Esto significa que el departamento del meta recibiría regalías e impuestos en los próximos 25 a 30 años (que es el tiempo que tienen presupuestado de vida útil para el campo), por US$13.000 millones y le quedarían a cada operador cerca de US$12.000 de ingresos para dividir según la participación, que es del 57% para Ecopetrol y el 43% para Pacific Rubiales.

En ese sentido, las inversiones durante este tiempo para actividades de exploración, desarrollo y transporte, están presupuestadas en US$6.000 millones. Adicionalmente, se presupuestan unos gastos operacionales de US$20.000 millones. “Solamente en lo que va de desarrollo del campo van US$1.150 millones en inversión”, comentó Pantin.


LOS NUEVOS LLANEROS Revista DINERO, 21 de Febrero de 2011



Alejandro Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento y Harold Eder encabezan la lista de grupos económicos nacionales y extranjeros que les están apostando cientos de millones de dólares a los llanos orientales.



“Mi gran sueño es que Colombia se convierta en un gran exportador de granos”. Alejandro Santo Domingo explica así su más reciente apuesta empresarial: sembrar soya y maíz en los Llanos Orientales. Son palabras mayores. Primero, porque hoy Colombia importa entre 6 y 7 millones de toneladas anuales de granos para su consumo interno, de los cuales la mitad son soya y maíz. Segundo, porque la región jamás ha servido para grandes cultivos de alimentos, pues la acidez de la tierra lo impide. Tercero, porque no hay infraestructura para mover ese tipo de carga.

A pesar de todo, Santo Domingo está invirtiendo en los Llanos desde hace nueve meses, en una apuesta personal que no vincula a Valorem, pero sí a Invernac (sociedad ciento por ciento de la familia Santo Domingo). El plan es producir granos, principalmente soya y maíz, primero para el mercado interno y, en el largo plazo, para el mercado global. Santo Domingo es el símbolo de un nuevo estilo de inversionista que está asumiendo posiciones en la altillanura colombiana en la actualidad. Contrató a la firma Impar, con el fin de transferir la tecnología brasileña de Embrapa, la Agencia Brasileña de Pesquisas Agropecuarias. Esta agencia es reconocida mundialmente por ser el eje de la milagrosa expansión de la productividad alcanzada por ese país en las últimas dos décadas. El modelo incluye una paciente transferencia de tecnología de los expertos brasileños a los pobladores de la región, quienes deben aprender toda una gama de prácticas para el manejo de los suelos.

Santo Domingo no es el único jugador en este frente, existen hoy varios proyectos que están empeñados en convertir al Llano y la Orinoquia colombiana en una despensa para el mundo. La oportunidad se abre ante el aumento de precios de los alimentos y la brecha entre la demanda y la oferta mundial en las próximas décadas.

Esta oportunidad no es solamente para los inversionistas privados, lo es también para el país. A Colombia le llegó la hora de convertir una región aislada en una de las potencias alimentarias del mundo. Para lograrlo, se necesita una visión moderna, un empresariado capaz de pensar en grande y un Estado que construya las condiciones necesarias en infraestructura, inversión en tecnología, seguridad y regulación. Brasil logró aumentar su producción agrícola en 365% entre 1996 y 2006. Colombia podría hacer lo mismo.

El mundo busca comida
La oportunidad se deriva de la crisis alimentaria, una de las grandes amenazas para la estabilidad global en este siglo. Los precios ya muestran este efecto. El índice global de precios de alimentos de la Organización para los Alimentos y la Agricultura, de Naciones Unidas (FAO), por ejemplo, está en los niveles más altos de su historia. El consumo de alimentos está aumentando velozmente debido al crecimiento de los ingresos en los países en desarrollo. A esto se suma el incremento de la demanda de granos para la fabricación de biocombustibles. El consumo anual de granos en el mundo se ha duplicado frente a los niveles que tenía hace diez años.

Por el lado de la oferta, las expectativas no son alentadoras. La FAO estima que la producción global de alimentos tendría que aumentar en 70% para el año 2050. Sin embargo, las tierras útiles están amenazadas. La erosión y el agotamiento de las fuentes de agua avanzan. La tecnología parece haber llegado a un tope y ningún país desarrollado ha logrado incrementos apreciables en productividad por hectárea en granos desde hace más de una década. Las oleadas de calor en las zonas templadas han implicado caídas en los niveles de producción, como el caso de los granos en Rusia donde cayó 40% en 2010. El mundo ha empezado a buscar desesperadamente áreas para cultivo, en particular para granos. Los Llanos Orientales colombianos aparecen como uno de los lugares privilegiados en el planeta, rico en agua, biodiverso e inexplotado. Si Colombia logra resolver problemas críticos como la acidez de la tierra y la carencia de infraestructura de transporte, y si tiene la capacidad para consolidar un sistema ambiental y socialmente sostenible, podría ser uno de los grandes proveedores de alimentos del planeta.

La movida de Santo Domingo
La estrategia de Alejandro Santo Domingo se cifra en replicar el modelo brasileño en los Llanos Orientales. Los asesores de Impar –encargados de transferir la tecnología de Embrapa– estudiaron detenidamente cerca de 50.000 hectáreas que podrían ser aptas para la siembra de estos alimentos, en el Vichada. Una de las barreras es el costo de adecuación de la tierra. Las características del terreno son pésimas para el cultivo de granos, ya que los suelos son ácidos y tienen altas saturaciones de aluminio. Es necesario corregir estos factores a través del encalado (adición de cal a la tierra), con un costo de US$1.000 por hectárea.

No es casualidad que Santo Domingo se haya dirigido a Brasil. El cerrado brasileño, que hoy genera 70% de la producción agrícola de ese país, era considerado tierra no apta para cultivo en los años 70, por su acidez y escasez de nutrientes.
Embrapa desarrolló una combinación de tecnologías para enfrentar el problema. Una de ellas es el proceso de encalar –volcar grandes volúmenes de cal pulverizada sobre la tierra para reducir la acidez–. Para finales de los años 90, los brasileños vertían entre 14 y 16 millones de toneladas de cal anualmente en el cerrado y ese volumen llegó a 25 millones en 2004. Usaron bacterias que ayudan a fijar el nitrógeno en los terrenos y reducen la necesidad de fertilizantes, y crearon una variedad de pastos de alta fertilidad, para la expansión ganadera.

Al mismo tiempo, la transformación del cerrado implicó una amplia tarea de ingeniería social. Se desarrolló un sistema conocido como “cultivo mínimo”, según el cual la semilla se siembra a escasa profundidad y es cubierta con plantas y residuos. El sistema lleva a que la temperatura del suelo caiga, la humedad se conserve, la actividad biológica se fortalezca y la productividad de la tierra se incremente. La clave fue cambiar el comportamiento de millones de campesinos que debieron aprender y habituarse a una rutina nueva.

Hoy, varias familias de brasileros trabajan en los Llanos enseñando a campesinos de la región a manejar los tractores y operar la maquinaria. En el mes de septiembre deberá salir la primera cosecha de soya y maíz. En una primera etapa, esos granos se usarán como alimento de cerdos y animales. “No tiene sentido que teniendo Los Llanos a 480 kilómetros de Bogotá, nos toque importar granos de Argentina (a 10.700 kilómetros), Brasil (a 9.000 kilómetros) o Iowa en Estados Unidos (a 6.500 kilómetros)”, dice Alejandro Santo Domingo.

Aparte de la transferencia de tecnología de Brasil, el modelo de negocio de Santo Domingo incluye una alianza con el grupo Riopaila, que conduce Alfonso Ocampo. En esta alianza, Riopaila, que es la dueña de la tierra, le alquila a Santo Domingo unas 4.000 hectáreas. El arrendamiento se paga como un porcentaje del valor de la cosecha, de manera que comparten el riesgo. Este es, de todas formas, un porcentaje pequeño dentro de los costos (entre 2% y 3%), porque la inversión más voluminosa está en la adecuación de la tierra.Quizás el punto más difícil, como podría esperarse, es el tema del transporte. Santo Domingo confía en que el Gobierno mantendrá sus prioridades en el fortalecimiento de la infraestructura de la región.

El presidente Santos ha hablado de construir una carretera entre Puerto Gaitán y Puerto Carreño que abrirá el paso hacia otras siete millones de hectáreas aptas para la producción agroindustrial. Esto es necesario, pero es solo un eslabón. En el largo plazo es vital dar navegabilidad al Río Meta, que conecta con el Orinoco y con Puerto Ordaz en Venezuela. A Puerto Ordaz llegan barcos que hoy tienen capacidad para transportar 35.000 toneladas de acero a través del Caribe. También podrían cargar alimentos. “Mientras un camión mueve 35 toneladas, un remolcador de río puede mover 2.400 toneladas. Así se transportan los granos en Brasil, Estados Unidos y Europa Central”, dice Darío Castaño, ex presidente de Valorem y el hombre fuerte de Alejandro Santo Domingo detrás de este monumental proyecto. “Lo que está pasando en Túnez y Egipto es por hambre. Creo que la tercera guerra mundial será por hambre”, dice Luis Felipe Pérez, managing director de Quadrant Capital Investments, otro de los hombres que Alejandro ha escogido para que lo acompañen en Los Llanos.

Los pioneros
Santo Domingo no es el único empresario empeñado en abrir el Llano para la producción masiva de alimentos. El gran pionero es el Grupo Empresarial Aliar, compuesto por el industrial santandereano Jaime Liévano y la empresa paisa Contegral, que ha hecho inversiones por US$100 millones y hoy cuenta con 13.000 hectáreas sembradas de maíz y soya. La Fazenda, como se conoce este proyecto, es uno de los grandes. El modelo de Aliar se basa en la configuración de una cadena de alimentos para el sector avícola de Santander.

Liévano se empeñó, a partir de 2001, en cambiar el paradigma y demostrar que Colombia sí puede ser competitiva en la producción de alimentos a gran escala, aunque no tenga las extensiones de la pampa argentina ni las 16 horas diarias de sol del cinturón de cereales en Estados Unidos. “El futuro es espectacular, no solo desde el punto de vista de rentabilidad sino también de visión de país”, dice Liévano. “Podríamos tener comida barata, como en Brasil. Hoy, un colombiano come en promedio 45 kilos de proteína al año, pero en algunos estratos no pasa de 20 a 25 kilos al año. Se podría llevar el consumo de proteína animal a unos 80 kilos por año”.

Liévano encontró que la altillanura ofrecía una buena oportunidad, aunque sería necesario invertir fuertemente en mejorar la calidad de los suelos. Promovió la creación de un grupo que hiciera las millonarias inversiones necesarias con otros empresarios del sector avícola. El modelo buscaba integrar la siembra de maíz y soya, base de los concentrados, con el fin de producir pollos y cerdos con precios competitivos que permitieran aumentar el consumo interno de proteína y vender al exterior parte de la producción. El proyecto comprende en realidad toda la cadena productiva, desde la siembra de las materias primas y la producción del alimento, hasta el engorde, sacrificio y venta al consumidor.

En 2004, Liévano logró que el empresario antioqueño Fabio Andrés Saldarriaga, de Contegral, se interesara en su proyecto. A partir de allí inició un proceso de crecimiento sostenido, tanto en número de socios como en desarrollo de nuevas tierras. Actualmente el grupo está integrado en un 50% por empresarios santandereanos –Marval, Rayco, McPollo, Comertex– y el otro 50% por antioqueños –Contegral, Premex, Finca y Frico–.

La Fazenda tiene 13.000 hectáreas sembradas de maíz y soya, que en su mayoría son arrendadas. Cada contrato de arrendamiento se realiza por un período mínimo de diez años, con un pago garantizado a los propietarios de $250.000 por hectárea. Para Liévano, este modelo de producción solo es posible a gran escala, en extensiones que superen las 5.000 hectáreas, pues de lo contrario las inversiones no logran los retornos necesarios. Son proyectos a largo plazo. “Durante los tres primeros años se generan pérdidas, en el cuarto y quinto año alcanzan el punto de equilibrio y solo en el sexto año comienza a dar rentabilidad”, afirma.

Diez años después de iniciar, tienen avances importantes en productividad en maíz y sorgo, debido a las inversiones que han hecho en genética, contratada, entre otras entidades, con Embraep de Brasil. La siembra se realiza con tecnología de punta, que incluye 16 máquinas controladas por computador, las cuales plantan 940 hectáreas diarias, y cosechadoras que recogen en dos semanas la producción de 6.000 hectáreas. Actualmente la producción de maíz alcanza seis toneladas por hectárea, un nivel competitivo para vender en Colombia, pero no para exportar. La investigación genética del grupo ha encontrado semillas que permiten un potencial de 12 toneladas por hectárea, las cuales comenzarán a sembrarse a partir de 2012.

Los precios de la tierra
Aunque los modelos empresariales de Santo Domingo y Liévano muestran el potencial, debemos prepararnos para hacer grandes inversiones y abandonar paradigmas del pasado. El Gobierno juega un papel fundamental. Es necesario superar la limitación que impone el concepto de las UAF (Unidades Agrícolas Familiares), una figura jurídica que opera desde hace varias décadas y restringe las inversiones a 900 hectáreas. Esta limitante ha llevado a varios inversionistas nacionales e internacionales a postergar o abandonar proyectos en Los Llanos. El Gobierno es consciente de la necesidad del cambio. El ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, afirma que está impulsando un plan integral para el desarrollo inteligente de la altillanura a través del fomento de la producción agroindustrial con economías de escala, investigación tecnológica y nueva infraestructura.

De hecho, dentro del Plan de Desarrollo el Gobierno propone remover la restricción que imponen las UAF. “Para hacer una agricultura moderna, las organizaciones requieren de economías de escala que solo se logran con extensiones mayores a 10.000, 15.000 o 20.000 hectáreas, además de inversiones en infraestructura, ciencia y tecnología”, dice Restrepo. Para evitar la concentración de tierras, el Gobierno promoverá las asociaciones de pequeños y medianos productores para que trabajen junto a los grandes proyectos.

La cartera de Agricultura trabaja en un marco de políticas que no solo permitan un mejor aprovechamiento de la tierra, sino que además garanticen la equidad social y el cuidado ambiental. Los proyectos pasarán por un proceso de valoración del Ministerio, buscando que en la zona se establezcan grandes áreas solo si se trata de empresarios comprometidos con la generación de empleos, la apropiación de tecnologías y las exportaciones. “No permitiremos que algún señor compre 40.000 hectáreas para dejarlas improductivas y esperando que engorden”, dice Restrepo. Adicionalmente, se proyectan inversiones estatales en investigación agronómica y en infraestructura. El Ministerio creará en Carimagua, con asocio del Ciat, el centro de investigaciones agronómicas más importante de la región, para el cual ha destinado recursos iniciales por $6.000 millones. Este contribuirá a identificar nuevas variedades de cultivos y tratamiento para los suelos. “Este será nuestro Embrapa”, sentencia el Ministro.

En cuanto a transporte, la carretera Puerto Gaitán-Puerto Carreño, con una estructura de espina de pescado, permitirá movilizar rápidamente la carga hacia otras regiones del país. El Gobierno estima que esta obra tendrá un costo de $1,2 billones.El alza de los precios de la tierra es un problema adicional. Cerca a Villavicencio, una hectárea que hace cinco años valía $2 millones hoy puede llegar en algunos casos a $12 millones. “En muchos casos se está volviendo un negocio inmobiliario. A $10 millones la hectárea, la rentabilidad es muy baja y muchos proyectos podrían quedar engavetados”, dice una fuente de una empresa de la zona.

El tema ambiental tiene también una importancia crítica. Si el crecimiento se desarrolla en forma desordenada, lo que podría ser la gran oportunidad se convertiría en un desastre ecológico. El ministro Restrepo afirma que el plan contempla reglas ambientales para proteger humedales, resumideros y lagunas que forman los ríos que fluyen hacia el Orinoco. “Esas zonas deben ser intocables, preservadas y delimitadas y no pueden ser desecadas, pues estaríamos sembrando la semilla de los desórdenes hidráulicos que ha visto el país en el interior”, dice. Por su parte, la Corporación Autónoma de Orinoquia (Corporinoquia) contrató la asesoría de la Universidad de los Andes en el tema ambiental, con el concurso de expertos como Juan Mayr y Manuel Becerra. A partir de ese estudio, ha ajustado sus planes para la región.

“Con unas reglas claras, hemos conseguido un diálogo constructivo con Manuelita y Riopaila, dos de los más grandes inversionistas”, dice Héctor Orlando Piraguata, director de la corporación. Para él, las exigencias no buscan perturbar la marcha de los proyectos, sino protegerlos. “Sería injusto que el esfuerzo empresarial fuera malogrado por no tener una visión de su desarrollo sostenible”, sostiene Piraguata. Eso exige conocer las particularidades del ciclo del agua, definir el área de reserva biológica, prevenir el aumento desbordado del nivel freático de las tierras y construir una relación estable con las comunidades de la región. La explotación de alimentos en Los Llanos con miras al mercado global le plantea al país retos extraordinarios. El acondicionamiento de los suelos, el avance tecnológico, el desarrollo de la infraestructura, la provisión de capitales de inversión, el manejo ambiental, la planeación de los cambios poblacionales, el aumento de los precios de la tierra y los retos ambientales son solamente algunos ítems en la lista de asuntos urgentes que es necesario atender.

Todos ellos exigirán soluciones novedosas, en un marco de colaboración entre lo público y lo privado. Se necesitan empresarios y gobernantes visionarios y capaces de ponerse a la altura del desafío. La explotación sostenible del Llano es una oportunidad única para Colombia, que tendría un impacto extraordinario sobre los ingresos y el bienestar de la población. No se puede pensar en pequeño ni actuar con individualismo. Es un reto de país.




RECUADROS



 La apuesta de Manuelita 


Esta empresa tiene sus esperanzas fincadas en los Llanos Orientales, donde desarrolla dos proyectos. El primero viene desde 1987, cuando inició un cultivo de palma en el municipio de San Carlos de Guaroa (Meta). Hoy cuenta con más de 20.000 hectáreas cultivadas, de las cuales 6.500 son propias y 14.000 pertenecen a proveedores. Con ellas atiende una planta extractora que produce 80.000 toneladas de aceite crudo al año. En 2010 entró en operación una planta de biodiesel para producir 350.000 litros al día.

El segundo está en Orocué, Casanare, y está en pleno desarrollo. El objetivo en el mediano plazo es tener cerca de 20.000 hectáreas de cultivo de palma. Estos proyectos están enfocados en la producción de biocombustibles para el mercado local. "En el futuro tendremos excedentes que se podrán usar para la industria comestible o en la oleoquímica.", señala Rodrigo Belalcazar, presidente de Aceites Manuelita.

La compañía está enfocada en un modelo sostenible de producción, en el que juegan un papel importante los proveedores. Genera 2.500 empleos en San Carlos de Guaroa; mientras en Orocué la idea es desarrollar un modelo de alianzas productivas con dueños de la tierra que tengan entre 5 y 10 hectáreas.



 Las siembras de Sarmiento


Luis Carlos Sarmiento está metido en palma, caucho, arroz y algodón. Tiene 16.000 hectáreas en Los Llanos y ha invertido US$100 millones.

No solo de bancos vive Luis Carlos Sarmiento. También de la siembra de futuros alimentos en los Llanos Orientales. A través de Corficolombiana, el brazo inversionista de su grupo, Sarmiento ha venido creando posiciones en distintos cultivos: palma, caucho, arroz y, más recientemente, en algodón.

En los Llanos tienen dos apuestas: palma y caucho. En la primera, Unipalma, y espera contar en 2015 con 12.000 hectáreas para producir aceite de palma y atender la demanda del mercado de alimentos y combustibles.

En caucho, Mavalle explota 4.600 hectáreas entre Puerto Gaitán y Puerto López. Según José Elías Melo, presidente de Corficolombiana, es el cultivo más grande de este producto en América Latina.

"La estrategia busca el crecimiento de los cultivos porque producen un efecto multiplicador en las regiones", afirma Melo. Al principio, los cultivos son propios, para asegurar la producción. Luego, el crecimiento en área viene a través de la vinculación de terceros al proyecto.

El costo de inversión del cultivo se acerca a los $12 millones por hectárea, sin contar la tierra. "El nivel de inversión que se requiere es muy alto", afirma Melo. "La tierra es un insumo importante, pero desde el punto de vista costo de producción no es tan significativo. El desarrollo agrícola necesita inversionistas que vayan más allá del aporte de tierras y estén dispuestos a hacer inversiones importantes de capital. Se requiere arriesgar recursos significativos para lograr la masa crítica necesaria para un desarrollo sustantivo en esas regiones", puntualiza.



 Las multinacionales


Las más importantes multinacionales del planeta están invirtiendo en los Llanos colombianos.

Mónica. Este es el único inversionista extranjero con negocios concretos y funcionando en la altillanura. Mónica Colombia, subsidiaria del grupo brasileño Mónica, propiedad de Sergio y Francisco Marchett, y Rodrigo y Ricardo Cambruzzi, tienen alrededor de 13.000 hectáreas en la altillanura. Dada la legislación vigente, la empresa brasilera tuvo que crear numerosas empresas para poder operar en Colombia. De estas, tendría sembradas 3.000 hectáreas entre soya y maíz que se venden en el mercado local, especialmente para la producción de alimentos balanceados para animales.

Cargill. Esta gran multinacional de alimentos tiene en Colombia, a través de su fondo Black River, un proyecto denominado Colombia Agro. Según Marcos Botta, gerente del proyecto, se encuentran en la etapa de compra de tierras y estaría empezando a operar próximamente.

Poligrow. La empresa italo-española tiene proyectada una plantación de alrededor de 15.000 hectáreas para la producción sostenible de aceite de palma en el municipio de Mapiripán (Meta). La primera recolección estaría prevista para abril de 2011.

Merhav. Este grupo israelí opera en nuestro país a través de la compañía Agrifuels de Colombia. Tiene un proyecto para la construcción de una planta para la producción de etanol a partir de caña azucarera en el Pivijai (Magdalena). El proyecto incluye la siembra de 10.000 hectáreas de caña de azúcar e inversiones por US$350 millones.

Amaggi. Este grupo brasileño es uno de los conglomerados agroindustriales más importantes del planeta y quizá el mayor exportador de soya del mundo. Su dueño, Blairo Borges Maggi, es conocido como el rey mundial de la soya. Desde hace más de tres años se habla del interés de esta empresa por comprar tierras en los Llanos Orientales para destinarlas a la siembra de soya y construir una planta procesadora y centros de acopio. Según conocedores del sector, el interés de una empresa de este tipo sería adquirir más de 100.000 hectáreas.

Tejar. La firma argentina es hoy el tercer exportador mundial de soya del mundo y sus empresas han sido protagonistas del crecimiento de este cultivo en Brasil y Bolivia. Tiene a Colombia en la mira desde hace algún tiempo para producir soya y maíz, atraídos por la posibilidad de tener dos cosechas al año en el mismo lote en producción, debido al ciclo de las lluvias.



 Los negocios de efromovich



Germán Efromovich ha invertido US$100 millones en piña, café y palma africana.

Además de Los Llanos Orientales, hay otras regiones del país que están atrayendo la mirada de grandes inversionistas para la siembra de alimentos. Es el caso de Germán Efromovich -dueño de Avianca y presidente del Grupo Sinergy-, que adelanta actualmente inversiones en Quindío y Cesar por US$100 millones en tres cultivos: café, piña y palma africana.

En café, tiene un proyecto encaminado a producir cafés especiales y para ello cuenta con una extensión de 250 hectáreas de tierra en Quindío. En Piña, tiene 100 hectáreas de este cultivo en Quindío y aspira a sembrar 600 hectáreas en Cesar y convertirse en el mayor exportador de piña oro miel del país, con la venta de 2,2 millones de cajas de exportación anuales. Este cultivo incluye la construcción de una planta empacadora y el desarrollo de la cadena de frío para incentivar la exportación hacia Europa.

En palma africana, Efromovich tiene el proyecto agroindustrial más ambicioso: 8.600 hectáreas de tierra en el departamento del Cesar en asocio con Carlos Murgas y Prime, una empresa estadounidense de alimentos. En 2011 se dará inició a la construcción de una planta extractora con capacidad inicial de 30 toneladas métricas/hora, expandible a 90 toneladas métricas/hora. Asimismo, a finales de 2011 se espera llegar a las 7.023 hectáreas sembradas y estar en plena producción en el año 2013.

El modelo que utilizó Efromovich fue la compra total de las tierras a cultivar. "Gracias a la valorización que ha tenido la tierra, haberla comprado ya es un negocio en sí mismo" dice sonriente Efromovich. "Para mí hay dos negocios de futuro: combustibles y alimentos", agrega.





MINAS EN EL PARAÍSO Revista SEMANA, Sábado 23 de Junio de 2012


Al declarar reserva minera estratégica gran parte de la Orinoquia y la Amazonia el gobierno Santos deja el interrogante de por cuál lado de la balanza se inclina: explotar los recursos naturales o preservarlos.

MEDIO AMBIENTELa declaratoria de un "área estratégica minera" de casi 18 millones de hectáreas en zonas de llanura y selva virgen en Colombia sanea la entrega de títulos pero podría terminar beneficiando más a la minería que al medio ambiente.
Sábado 23 de Junio 2012


El anuncio hecho por el presidente Juan Manuel Santos en la cumbre ambiental de Río+20 de que Colombia ha reservado para la exploración de minerales estratégicos una superficie casi cuatro veces mayor al área que hoy es de uso agrícola fue presentado como un gran avance de sostenibilidad. Pero, aunque tiene sus virtudes, despierta serios interrogantes y sale al paso, por vía administrativa, de un debate clave para las generaciones futuras de Colombia.

Como muestra de las "ambiciosas iniciativas para cumplir con indicadores de desarrollo sostenible", en la Conferencia de Naciones Unidas de Río+20 el presidente Santos 'empacó' en uno dos anuncios diferentes. El primero, de que se doblará el área del Parque Nacional de Chiribiquete de 1,5 a 3 millones de hectáreas, es un importante paso ambiental que puede contribuir, como lo dijo el mandatario, a frenar la tala y la potrerización que avanzan desde el Caquetá hacia la Amazonia. El segundo anuncio, de que el gobierno ha declarado como "áreas estratégicas mineras" 17,6 millones de hectáreas que van del Vichada al Amazonas (y un trozo del Chocó) para "garantizar la minería sostenible", es otra cosa.

El plan del gobierno, explicado al día siguiente por el ministro de Minas, Mauricio Cárdenas, consiste en delimitar casi el 15 por ciento de la superficie continental de Colombia (o cerca de cuatro veces la superficie de 4,9 millones de hectáreas sembrada hoy en el país), con el objetivo de promover "proyectos para minerales estratégicos a pequeña, mediana y gran escala", según dice la resolución 0045 de la Agencia Nacional de Minería -la primera que emite su recién estrenada presidenta, la exministra de Vivienda Beatriz Uribe-. En un plazo de diez años se entregarán para exploración y se seleccionarán para explotación de minerales estratégicos, como el oro, el cobre, el platino, el hierro, el uranio o el coltán, bloques específicos en esas áreas. Aunque se dejaron por fuera parques nacionales y regionales, páramos y humedales, buena parte está en zonas de reserva forestal, resguardos indígenas o comunidades negras en las llanuras del Vichada y las selvas del Vaupés, Guainía, Guaviare, Amazonas y Chocó. La Agencia definirá las reglas de juego para la concesión mediante un sistema similar a las rondas que periódicamente convoca la Agencia Nacional de Hidrocarburos para entregar bloques de exploración de petróleo y gas.

El ministro Cárdenas sostiene que se trata de una medida para blindar la concesión de títulos mineros, proceso que este gobierno había congelado a causa del despelote que heredó y que planea reabrir hacia fines de julio: "Ahí no va a haber más títulos, como los que se concedían antes al primero que llegara con la cédula", declaró a esta revista. En efecto, basta echar un vistazo al mapa de las más de 900 solicitudes que están en trámite en esa zona para entender que si no se dispone de un mecanismo para frenar su concesión, difícilmente la legislación actual podrá impedirlo. "Si no lo hacemos legalmente, con un mecanismo de rondas, nos lo van a hacer los ilegales", agregó. En ese sentido, la decisión tiene la virtud de intentar poner orden en un proceso que ha estado marcado por la corrupción y el favoritismo, desconociendo reglas básicas de preservación ambiental. "Es un alto en el camino", dijo a SEMANA el ministro de Ambiente, Frank Pearl. Sin embargo, la decisión deja no pocos interrogantes.

Para empezar, aunque el ministro Cárdenas sostiene que se mirará "con lupa" dónde conceder licencias de explotación y que serán solo "pequeños puntos" de toda el área declarada estratégica, queda abierta la pregunta de hasta dónde llegarán los controles y cómo se van a imponer, precisamente en zonas de Colombia donde el Estado históricamente ha tenido un control mínimo o nulo. En principio, los 17,6 millones de hectáreas están abiertos a la exploración y la resolución no regula ni limita dónde hacerla o no. Esto, como muchas otras decisiones, queda en manos de la recién creada Agencia Nacional de Minería y de las sensibilidades -desarrollistas o ambientalistas- de quienes estén al frente de ella en la próxima década.

En segundo lugar, no pocos expertos coinciden en los altísimos riesgos que contrae abrir espacios a una actividad ambientalmente voraz como la minería en zonas de gran biodiversidad o afectadas por grupos armados irregulares. La medida, que busca controlar el otorgamiento indiscriminado de títulos, puede acabar convirtiendo en un imán para la guerra una región que ya está afectada por la guerrilla y la minería ilegal y donde hay muchos pequeños mineros artesanales.

Por último, con esta decisión el gobierno desoye, de hecho, los llamados de muchos ambientalistas a declarar una moratoria en la explotación de recursos no renovables en una región que es uno de los últimos paraísos del planeta. El ministro Cárdenas es claro: "Yo quiero minería muy controlada, pero no una veda". Igual lo fue el presidente, al hablar en Río de "minería sostenible". La gran pregunta es si este tipo de decisión se debe tomar mediante una resolución administrativa, como esta, o si debe ser producto de un gran debate nacional. Aunque algunos opinan, como este gobierno, que Colombia necesita los recursos que pueden ofrecer minerales estratégicos que están en esas áreas, como el uranio o el coltán, otros creen que el concepto mismo de minería -sobre todo gran minería- sostenible es una contradicción en los términos y que lo que gane el país por dejarlos explotar no se compara con lo que podría perder en patrimonio ambiental irrecuperable, en uno de los últimos paraísos verdes del planeta.












¿SERÁ VICHADA LA TIERRA PROMETIDA? Revista SEMANA Sábado 28 / IV/ 2007

 ¿SERÁ VICHADA LA TIERRA PROMETIDA?

Revista SEMANA Sábado 28 de Abril de 2007

REPORTAJE


Hay anuncios de un sorprendente desarrollo para Vichada, un departamento históricamente abandonado. Qué tan posible es que esta región se convierta en un nuevo polo de desarrollo del país.


Una nueva obsesión ronda la cabeza del presidente Álvaro Uribe. Convertir 6,3 millones de hectáreas de los Llanos Orientales, hoy desoladas, en el epicentro de un desarrollo agroindustrial, social y ambiental nunca visto en el país. La mayor parte de esta gigantesca extensión de tierra, superior a la suma de las de varios países centroamericanos, se encuentra en el departamento de Vichada y una porción en el departamento de Meta y está delimitada por los ríos Meta, Vichada, Orinoco y Manacacías. Si hubiera una palabra para definir esta zona, sería inmensidad. A modo de referencia, basta decir que la distancia en diagonal de esta extensión de tierra es la misma que hay entre Bogotá y Tumaco.

Las palabras del Presidente en la instalación del Congreso hace un par de años revelan la pasión que en él desata el tema. En ellas se refirió al Renacimiento de la Alta Orinoquia, nombre que le ha dado al proyecto, casi con el establecimiento de un nuevo país: "Sin pobreza, ni cultivos ilícitos, con generación de 1,5 millones de empleos, seguridad energética y el establecimiento de una nueva población en paz de cinco millones de habitantes". Todo esto en un plazo de 20 años. Para liderarlo encargó al vicepresidente Francisco Santos, quien es otro apasionado del tema.

Cada tanto esa región les ha quitado el sueño a varios presidentes. En ese mismo lugar iba a quedar la ciudad de Marandúa propuesta por el presidente Belisario Betancur, que de forma similar a Brasilia, en Brasil, sería un nuevo centro administrativo, además de ser modelo de planificación. Pero nunca pasó del papel. También los presidentes Alfonso López y Rafael Reyes miraron hacia ese lugar del país con grandes expectativas que nunca se concretaron.

Pero a diferencia de los anteriores globos presidenciales, ahora hay varias coincidencias y nuevos hallazgos sobre las virtudes de esta tierra, que hacen pensar que por fin va a pasar algo en ese lugar.

La primera es que en toda la zona tropical del planeta no existe un área disponible de tal magnitud en un país con estabilidad institucional. Este tipo de climas es especialmente favorable para cultivos que sirven para la producción de biocombustibles con creciente demanda en el mercado internacional. La segunda es que por ser una tierra sin selva, se puede hacer una gigantesca intervención sin tumbar un solo árbol, lo que no sería viable, por ejemplo, en la Amazonia. Esto trae beneficios adicionales cuando están en boga las plantaciones destinadas para la venta de oxígeno, buscando con esto contrarrestar el calentamiento global. La tercera es que toda esa extensión es una región prácticamente plana, lo que facilita cualquier clase de cultivo. Y la cuarta, que se ha descubierto que esta tierra a la que se referían los campesinos como si no sirviera para nada, si bien no sirve para todo, sirve para mucho más de lo que se pensaba.

De ahí que ya no suenan alegres los ofrecimientos que el Presidente le hizo de esta región a su colega de Estados Unidos para que lo contemple en los megaproyectos que requiere ese país para biocombustibles, ni tan alocados sus planteamientos cuando comparte su pasión por el proyecto con un visionario como Bill Gates en su reciente visita.

Por su viabilidad es que ya hay inversionistas locales trabajando en varios proyectos de cultivos de pino caribe, caucho, marañón, y piñón, que es un fruto nativo que en América Central, se utiliza para la producción de biodiesel. Parece descartada la siembra de palma africana que aún no tiene buenos resultados en la zona.

También hay multinacionales con cientos de millones de dólares disponibles en caja para invertir en esta revolución. Sólo esperan llegar a acuerdos con el gobierno para ocupar las tierras, y que éste construya la infraestructura que garantice la salida de los productos. Por tierra al interior del país, y por vías fluviales al exterior, aprovechando que muchos de los ríos conectan con el Orinoco y que este desemboca en el Atlántico por territorio venezolano.

Tecnología criolla

Una fortaleza que tiene el proyecto Renacimiento de la Orinoquia es que ya está probado que funciona. El campo piloto es el centro Las Gaviotas, que lleva en la región 40 años. Paolo Lugari, un soñador hombre de ciencia, comenzó en ese lugar de experimentación a trabajar para producir tecnologías limpias, en especial en desarrollos con energía solar. Pero a partir de1982 inició un proyecto de reforestación que ya arroja resultados sorprendentes. Utilizaron micorrizas, una especie de hongos que se fijan a la raíz de la planta y que le permite extraer de la tierra el máximo de nutrientes. Esta ha sido la clave para superar la aparente infertilidad de estas tierras y es lo que ha permitido que hoy exista una plantación de pino caribe que supera las 8.000 hectáreas.

La plantación trajo consigo algo

inesperado. Por los nutrientes que la nueva especie trajo al terreno, como por generación espontánea, comenzaron a aparecer cientos de nuevas especies a la sombra de los árboles reforestados. Sus semillas fueron traídas por el viento y por aves migratorias que empezaron a hacer estación en el lugar, y este nuevo ecosistema se articuló con los llamados bosques de galería, que son las zonas arborizadas en torno a los caños y los ríos.

Mientras esto sucedía en Gaviotas, en Marandúa, otro lugar de la inhóspita Vichada donde Betancur quería hacer su ciudad y de la que sólo quedó un enclave de la Fuerza Aérea para prácticas de vuelo y bombardeos, el Incoder le asignó a esa institución 63.000 hectáreas para que las desarrollara.

Su entonces comandante, el general Édgar Lesmes, contactó a Gunter Pauli, que fue investigador de la universidad de las Naciones Unidas en Tokio y ahora es presidente de la Fundación Zeri (Zero Emissions Research Initiative), para buscarle utilidad a esta tierra. Pauli de tiempo atrás conocía el inspirador Centro Gaviotas, al que ha calificado como la mejor experiencia de desarrollo sostenible en el planeta, y logró entusiasmar al general.

Este contacto fue clave, pues el militar abrió la puerta del alto gobierno, a través del entonces ministro de Agricultura, Carlos Gustavo Cano, quien se entusiasmó tanto, que hizo reuniones semanales fijas para seguir el tema. Pauli, por su lado, hizo contactos que abrieron la puerta al proyecto en foros en el exterior, lo que condujo a interesar a companías multinacionales.

El proyecto fue presentado por primera vez en Japón en 2005, y aunque los reparos a la seguridad del país desinflaron un poco los ánimos, logró interesar a la televisión de ese país, que por varios días viajó a Vichada e hizo informes de la región.

Los contactos en el exterior trajeron rápidamente al redil de los entusiastas a los ejecutivos del J. P. Morgan Chase, uno de los bancos más grandes del mundo. Esta entidad tiene cuantiosos recursos en una cuenta llamada Fondos de Capital de Riesgo, que se destina a proyectos como el de Vichada. Por lo menos una decena de viajes de sus funcionarios a la zona y un plan de acción diseñado por la escuela de negocios antioqueña Eafit, dieron a luz un primer proyecto que se ha manejado con total confidencialidad.

El 11 de septiembre del año pasado, William Harrison, chairman de J. P. Morgan, junto con varios de sus ejecutivos, viajó expresamente a una reunión en el Palacio de Nariño para presentar al presidente Uribe y a varios de sus ministros su propuesta, que incluye un aporte inicial de 325 millones de dólares. SEMANA consultó a algunos de los asistentes, que coinciden en que la reunión no fluyó, pues el Presidente no aceptó que hubiese traductor y el tema tenía un alto componente técnico y financiero que no hacía fácil la comprensión para todos los asistentes. Fuentes del gobierno aseguran que lo que pasó realmente es que la propuesta del banco era que se les otorgara una especie de concesión exigiendo unas garantías mínimas de ingreso, lo que claramente es inaceptable para un proyecto de esta naturaleza.

Los contactos continuaron y hubo reuniones en Londres con el vicepresidente Francisco Santos. Hay versiones confiables que afirman que al proyecto ya se le han hecho varios ajustes y que está en revisión para su posible firma. La idea es que bajo el nombre de Marandúa Inc., la fundación Zeri realice un proyecto de similares características al de Gaviotas, que en siete años cubra 100.000 hectáreas y que en 12 haya duplicado los cultivos. La propuesta es cubrir los costos de administración y los intereses del dinero dado por el banco, mientras las utilidades serían reinvertidas. Al término la concesión revertiría a manos del Estado.

Las otras puertas

De concretarse, Marandúa Inc. será sin duda el principal motor para jalonar el desarrollo en el nivel que quiere el Presidente. El interés de un aliado como J. P. Morgan ha ayudado a despertar el de otros gigantes internacionales. Ese el caso de la multinacional de alimentos norteamericana Cargill, que ya ha hecho varios viajes a la zona e invirtió en estudios sobre la viabilidad de un gran proyecto, probablemente para la producción de aceite, en lo que ya tienen experiencia en vastas plantaciones en Malasia.

El renovado entusiasmo por la zona despertó el interés de la familia noruega Siem, dueña de una de las más importantes navieras del mundo que desde hace media década tiene inversiones en la zona. Se trata de la finca Cimarrón, que fue quizá la primera iniciativa en grande para la región, con énfasis en ganadería, pero que se frustró por irregularidades de su anterior administrador que hicieron que el proyecto se desacreditara entre los habitantes de la zona, lo que ya se está solucionando.

Así mismo, inversionistas colombianos ya están dando sus primeros pasos en la región. Ya hay 450 hectáreas sembradasde caucho, de un proyecto de 6.500 (el de mayor dimensión de América), cerca de Puerto Carreño, que según se afirma, es de propiedad de 24 asociaciones de productores. La dificultad que enfrenta es que fue financiado por Finagro a través del Fondo de Ganaderos del Caquetá, que giró los dineros. El problema surgió cuando estalló el escándalo en el que se encontró que el supuesto lavador de dineros Miky Ramírez tuvo que ver en esta operación, por lo que el Fondo fue intervenido. Como consecuencia, el proyecto quedó a medio financiar.

Otro proyecto es liderado por la empresa barranquillera Agroforestal. Esta sociedad espera que el Estado le entregue, mediante una figura legal, unos terrenos en la zona de Sabanas de Zafiro, de una extensión de 8.000 hectáreas por cinco años. Si los resultados son los esperados, al final la tierra les sería escriturada. Esperan desarrollar hasta 200.000 hectáreas.

Ya comenzó también otro proyecto de empresarios santandereanos para 3.000 hectáreas de marañón, de las cuales ya tienen sembradas 400. Y así empiezan a aparecer inversionistas locales y foráneos con cultivos de diferente extensión.

Por su parte, el gobierno ya está invirtiendo 49.000 millones de pesos para hacer navegable el río Meta, y hay proyectos por 82.000 millones más para los próximos cuatro años, que incluye la construcción de tres puertos.

Las expectativas que hay en la región son altas. Y el gobierno debe responder porque una iniciativa de estas dimensiones no se empantane en prácticas como las que se usaron en la colonización del resto del país. La semana pasada esta revista alertó de posibles irregularidades en la adjudicación de miles de hectáreas a allegados a un político, y falta revisar cientos de titulaciones más que de forma inexplicable se concentraron en el último año.

Por ahora la titulación de nuevos baldíos está suspendida hasta cuando se aclare el potencial de la región y la tenencia actual de la tierra en la zona del megaproyecto. Aún son varios los escollos por superar para sacar adelante una réplica de lo que ha sido el modelo de Gaviotas para toda esta vasta región. El principal es el de inversión en infraestructura que, pese al esfuerzo, sigue siendo muy poca para una extensión de esta naturaleza. Organizaciones ambientales están atentas a cómo se define el proyecto, pues en un principio alcanzó a tener la imagen de que este sería un gran monocultivo, lo que se ha ido desvirtuando, pero siguen vigilantes pues no hay detalles de los impactos de los nuevos sembradíos.

Es poco lo que se habla de la relación con las comunidades indígenas, claves en un lugar como estos donde hay resguardos y un porcentaje importante de la población pertenece a alguna etnia. También es clave contener la maldición de los cultivos ilícitos que pueden avanzar desde el sur, y la presencia de actores armados ilegales como los rezagos de paramilitares al norte.

No faltarán los debates en los que con seguridad se escucharán argumentos con tufillo anti imperialista, como el que sugiere que es una equivocación destinar tierras para la producción de combustibles para países ricos, cuando se podrían destinar para alimentos de los más pobres. Por ahora se han dado puntadas acertadas hacia la primera meta presidencial de ocupar en cuatro años 160.000 hectáreas, en 10 años dos millones más, y en 20 la totalidad de los 6,3 millones. De la atención del país sobre el proyecto dependerá que realmente el Renacimiento de la Orinoquía se convierta en una tierra prometida para el país. Y no de las elites de siempre, o lo que es peor, de unas pocas multinacionales.

miércoles, 4 de julio de 2012

LA PUTREFACCIÓN por Léon Bloy

LA PUTREFACCIÓN

Léon Bloy


No quedará nada más que la putrefacción universal. ¿Hay alguna necesidad de llamar la atención sobre la importancia infinita de una alma viva, importancia tal que al día siguiente a un cataclismo, un solo hombre salvado valdría por una generación? Eso, huelga decirlo, hay que entenderlo en sentido espiritual.

La población toda de la Tierra se calcula en mil cuatrocientos o mil quinientos millones de personas. ¿Pero cuántas almas verdaderamente vivas hay en esa turbamulta humana? Una cada cien mil, acaso, o cada cien millones. No se sabe. Hay personas eminentes, de genio incluso, pero de alma inerte y que mueren sin haber vivido. Un alma sencilla dirá cada día, llorando de angustia: "¿Dónde está en mí el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo? ¿Puedo realmente considerarme vivo o soy un difunto en espera de sepultura?"

Causa espanto pensar que sobrevivimos en medio de una multitud de difuntos que se tienen por vivos; que el amigo, el camarada, el hermano con el que nos tropezamos por la mañana y que volveremos a ver por la noche, no es más que mera vida orgánica, apariencia de vida, una caricatura de existencia que no difiere en nada de cuantas se licúan en las sepulturas.

Resulta intolerable reconocer ante uno mismo que nos han traído al mundo unos padres difuntos; que ese sacerdote plantado en el altar se asemeja a un finado y que el Fármaco de la inmortalidad, la Hostia que acaba de consagrar para que nuestra alma reciba la Vida eterna, nos la va a administrar la mano de un cadáver, declamando con voz sepulcral las sagradas palabras de la liturgia.

Todos esos espectros funcionan, sin embargo, con una regularidad perfecta. La misa dicha por ese sacerdote vale tanto como la de un santo. La absolución que otorga a los pecadores es válida. La fuerza de su ministerio sobrenatural se alarga tanto en el tiempo que la muerte no prevalece contra él. Y esto es así para todos los semidifuntos que nos rodean y que nos vemos obligados a llamar, anticipadamente, muertos. Un alma exenta de vida, puede actuar y pensar mecánicamente.

Un cuerpo saludable y lozano puede ser el tabernáculo de una alma putrefacta. Horror harto frecuente. Ha habido casos de santos tocados por el privilegio espantable de poder oler las almas. De la Pastora de La Salette, Melania, se contaba que su vida era un puro sofoco. Castigo infernal que aceptaba y que no es posible afrontar sin horror.

La putrefacción universal que sigue a los horrendos castigos que han diezmado una parte de la tierra puede por tanto entenderse como la podredumbre de las almas. Algunos raros elegidos de Dios sienten seguro en este momento ese terrible hedor.

No hay duda de que esta guerra interminable desatada por los demonios ha rebajado tanto los caracteres que vale decir que todos los corazones se mueven a ras de tierra. Mientras unos se hacen matar para salvar cuanto quepa de la herencia de los siglos, otros, incontables, se baten en cómodas moradas con los cuajarones de la sangre de las víctimas. La avaricia más feroz, la concupiscencia más grosera se ha apoderado de tal manera de los elementos que componen el honor del pueblo, que se llega a glorificar el hacer fortuna asesinando a la patria ya mutilada. Todo cuanto rinde provecho material merece respeto. Incluso la traición, practicada ventajosamente por los habilidosos, tiene su aureola, y la guillotina llora.

Hay que estar tan privado de razón como de olfato para no percibir que el cuerpo social entero es una carroña semejante a aquélla de Baudelaire "que vomitaba negros ejércitos de larvas" de "fetidez tan enorme que, sobre la hierba, la amada creyó desmayarse ". Esta abominación, que sólo el fuego podrá purificar, crece día a día con terrible celeridad. Nos acostumbramos a ello, la cobardía de unos se torna cómplice de la perfidia de los otros, y aquéllos que deberían mostrar un mayor horror, sin mover un dedo, se resignan calladamente a la chusma. Se trata de la bancarrota de las almas, del irreparable déficit de la conciencia cristiana.

Resulta evidente que Dios se verá forzado a cambiar todas las cosas, pues la situación es insostenible. Pero los caídos que entraron en la Vida perdurable en alas de la victoria y los más venerados santos de Francia no tolerarán que se consume la ruina de una tierra que es la más dilecta heredad de Jesucristo. Qué harán, no lo sabemos. Asistiremos a prodigios que nos harán temblar o llorar de amor, tan imprevisibles como insólitos, pródromos del inconcebible Advenimiento.

martes, 3 de julio de 2012

LLEGARON LOS VENEZOLANOS Revista SEMANA, Lunes 16 de Agosto de 1.993

LLEGARON LOS VENEZOLANOS

Lunes 16 de agosto de 1.993



Las grandes fortunas de Venezuela, entre ellas la de la poderosa familia Cisneros, irrumpen en Colombia con multimillonarias inversiones en la banca, las telecomunicaciones y muchos otros sectores.

LAS RELACIONES COLOMBO VENEZOLANAS no han sido históricamente un asunto fácil. Sobre todo en la medida en que el acento estaba centrado en el aspecto político. Para casi todo el mundo era claro que la integración y el aumento en los flujos de comercio e inversión eran la solución. Pero pasaron muchos años antes de que esto se pudiera considerar una realidad. Hoy prácticamente lo es. Lo cierto es que desde que empezó a regir la unión aduanera entre los dos países, el cambio en la relación ha sido radical. Desde luego que subsiste el problema en la relación política y episodios como el de la corbeta Caldas o el alboroto que se suscitó alrededor de las recientes declaraciones del precandidato conservador, Andrés Pastrana, son prueba de ello. Sin embargo, la dinámica de las relaciones comerciales está contribuyendo a crear otro clima. Al punto de que ya se puede hablar de invasión venezolana en Colombia y de invasión colombiana en Venezuela sin que esto implique desplazar los ejércitos de tierra, mar y aire.
El incremento en el tráfico áereo es prueba de ello. De apenas unas pocas frecuencias semanales entre Bogotá y Caracas hace dos años se ha pasado a cinco vuelos diarios. Ir a Caracas se ha vuelto algo tan común para los hombres de negocios como lo era antes ir a Medellín, Cali o Barranquilla. Y en los pasillos del Hotel Tamanaco de Caracas el acento paisa está desplazando al inglés y árabe.
Las cifras de comercio exterior son elocuentes. De una balanza comercial de apenas 350 millones de pesos en 1987 se pasó a una de más del 1.000 millones de dólares el año pasado (ver cuadro).
En materia de inversión las cosas son similares. En el caso de inversiones colombianas en Venezuela se han presentado movimientos interesantes. Casi 100 empresas colombianas han realizado inversiones en Venezuela en los últimos tres años. La más importante es la del Grupo Petroquímica Colombiana, liderado por los inversionistas Edmundo Esquenzi y Jimmy Mayer, que adquirió dos plantas industriales. Pero también figuran en la lista empresas como Carvajal, Corona, Caribú, Clavería, Cacharrería Mundial, Noel, Leonisa, Inca Fruehof, Colombina y muchas otras.
En el caso de la inversión venezolana en Colombia las dos terceras partes de toda la inversión se hizo en los últimos cuatro años. Esos recursos se han destinado fundamentalmente al sector financiero donde inversionistas venezolanos se han hecho al control de cinco entidades financieras. Lo interesante es que mientras los colombianos venden más en Venezuela que los venezolanos en Colombia, los venezolanos invierten más en Colombia que los colombianos en Venezuela.
LOS CISNEROS
Tal vez el símbolo dcl auge de la inversión venezolana en Colombia es, en la actualidad, la llegada al país de la familia Cisneros. Esta no necesariamente es la familia más rica de Venezuela, pero su nombre, sin duda, sí es el que más se identifica con el poder y el dinero de ese país. En realidad no existe un solo grupo Cisneros como tal, sino dos que están compuestos por los herederos de los hermanos Diego y Antonio Cisneros Bermúdez, que fueron los forjadores de esas fortunas.
Nacidos a principios de siglo en La Habana, Cuba, hijos de padre cubano y nadre venezolana, llegan a Venezuela después de un tránsito por Trinidad Tobago alrededor del año 30 sin un peso. Después de hacer varios negocios islados, en 1940, una idea de Antonio los lleva a lo que se considera su mayor cierto comercial: la creación de Pepsi-Cola de Venezuela, que fue la primera concesión otorgada por esa empresa fuera del territorio de los Estados Unidos. El crecimiento de esa empresa es arrollador. Luego de montar una planta embotelladora tras otra, en 1944 la producción de Pepsi igualó a la de Coca Cola. En 194s la duplicó y en 1952 la triplicó. Desde entonces controlan -con Pepsi y otras marcas muy populares como Chinoto, Frescolita, Hit y la embotelladora Schweppes- alrededor del 80 por ciento del mercado de las gaseosas de Venezuela, lo que es algo verdaderamente inusual a nivel mundial.
Antonio Cisneros muere en 1951, y su hermano Diego asume el manejo de todos los negocios de la familia. En 1961, poco después de cumplir 20 años, el hijo del fallecido Antonio, Oswaldo, entra a trabajar en Pepsi Cola bajo la dirección de su tío Diego -que es el padre de Gustavo y de Ricardo- y aprende todo sobre ese negocio hasta alcanzar la presidencia de la compañía años después. En la actualidad, la operación Pepsi Cola constituye el eje de sus actividades y al igual que Carlos Ardila Lulle, ha integrado verticalmente sus negocios: produce vidrio y botellas, tapas, canastas, concentrados y es un gran importador de azúcar que refina en sus propias plantas en Venezuela. Como dato curioso, el azúcar que antes se importaba en su totalidad de Cuba y Brasil,ahora, con la integración, se compra casi todo en Colombia.
Con la muerte de Diego Cisneros en 1980, lo que era un grupo se dividió eb dos. Una parte le correspondió a su sobrino Oswaldo -un economista que en la actualidad tiene 52 años- y la otra a sus hijos, que operan su conglomerado bajo el nombre de organización Diego Cisneros, ODC.
La rama de Oswaldo tiene hoy su fuerza en los renglones de las gaseosas y de la telefonía celular. En cuanto a las gaseosas, fuera dc controlar el 80 por ciento del mercado, tiene 10 mil empleados, produce 20 toneladas mensuales de vidrio -sector en el que acaba de invertir 20 millones de dólares- y refina anualmente 180 mil toneladas de azúcar.
En cuanto al negocio de telefonía celular, obtuvo del gobierno venezolano una concesión a nivel nacional para su empresa Telcel. En apenas 19 meses alcanzó la cifra de 83 mil abonados y un cubrimiento de 30 ciudades con su red celular. Para Oswaldo Cisneros el celular se ha convertido en un negocio comparable al de la Pepsi.
Ante el éxito en su frente de comunicaciones, Oswaldo Cisneros aspira a extender su operación a Colombia. Entró a participar como accionista de Movicel, en sociedad con El Tiempo, Vanguardia Liberal, la familia de Carlos Pérez Norzagaray y su socio en Venezuela, Bell South. Teniendo en cuenta que el celular puede ser uno de los grandes negocios del futuro, Oswaldo Cisneros está tratando de entrar al país por la puerta grande. Y este no es sino el primer paso.
Ya tiene en Bogotá una oficina abierta para estudiar otras posilidades de inversión.

LOS PRIMOS
La otra rama de la familia Cisneros controla lo que se conoce como la Organización Diego Cisneros u ODC. Las cabezas visibles son los hijos de Diego Cisneros: Gustavo, un extrovertido y agresivo empresario internacional de 49 años, y su hermano Ricardo, de 47, que es su mano derecha. El imperio montado por el padre se ha sostenido y acrecentado bajo la dirección de los hijos.
El eje de ese conglomerado es Venevisión, una de las tres grandes cadenas de la televisión latinoamericana con O Globo y Televisa. Son socios del gigante mexicano de las comunicaciones, Emilio Ascárraga, en Univisión y en otros proyectos de telecomunicaciones en América Latina. Son dueños, además de CADA, una gigantesca cadena dc supermercados, de un paquete accionario de Pepsi Cola de Venezuela, cuya administración ejerce Oswaldo, su primo. También son accionistas mayoritarios de las multinacionales Evenflo y Spalding. Tienen además explotaciones mineras en la Guyana venezolana e importantes propiedades de finca raíz en Inglaterra. Recientemente pagaron 475 millones de dólares por la cadena dc supermercados Pueblo de Puerto Rico y el Caribe.
Son los representantes de Apple Macintosh para Venezuela, y el año pasado hicieron su ingreso a Colombia por esa vía al adquirir el control de CDM que era el distribuidor local de la conocida marca de computadores.
Pero el primer negocio verdaderamente grande en que se están metiendo en Colombia es el de la televisión. En las últimas semanas se ha venido especulando sobre una posible vinculación comercial con la programadora RTI, en una operación cuyo valor se situaría alrededor de los seis millones dc dólares en la eventualidad de que llegara a concluirse. No se han hecho públicos aún los detalles, pero no se descarta que en el futuro la poderosa Venevisión termine de accionista de RTl. Esto le permitiría a la programadora competir hombro a hombro con Caracol y RCN una vez que se privatice la television colombiana.
LOS OTROS
Pero las dos ramas de la familia Cisneros no han sido los únicos empresarios venezolanos de gran calibre en mostrar interés por la actividad económica y los mercados colombianos. De hecho, su ingreso al país estuvo antecedido del de varios grupos, que si tal vez no son tan conocidos popularmente, no son de mucho menor calibre y capacidad.
El primer grupo de gran calibre venezolano en llegar al país apenas se comenzó ha hablar de integración fue el Banco Mercantil de Venezuela que es uno de los más conservadores y tradicionales de ese país. Fundado en 1925 como el Banco Neerlandés Venezolano, en la actualidad es controlado por cinco familias, entre ellas los Vollmer, que constituyeron a mediados de los años 70 el Consorcio de Inversionistas Mercantil y Agrícola, CIMA. De esta última entidad dependen además del banco, una financiera, un banco hipotecario, una compañía de leasing, una asesora en banca de inversión y una operadora de bolsa. El grupo Mercantil es hoy por hoy el tercer conglomerado financiero más importante de Venezuela y su cabeza visible es el presidente del banco, Gustavo Marturet.
La entrada de este grupo a Colombia se produjo a través de la compra del banco de los Trabajadores. Esa operación se hizo en agosto de 1991 y su monto ascendió a 3.225 millones de pesos, que a la tasa de cambio de ese momento equivalían a casi cinco millones de dólares. Desde entonces, la razón social es la de Banco Mercantil de Colombia.
Otro grupo igualmente importante en vincularsc a Colombia fue el Grupo Construcción, que es de propiedad de la familia Di Maze y está compuesto por un conglomerado de empresas encabezadas por el Banco de la Construcción. Entró a Colombia con la adquisición del Banco Tequendama en julio de 1991 en una operación cuyo monto ascendió 35 millones de dólares. Además del Banco Tequendama, el Grupo Construcción adquirió posteriormente un paquete accionario del Banco Ganadero que representa el 23 por ciento del total de las acciones en circulación, lo que lo convierte en el principal accionista de ese banco indivudualmente considerado. La cabeza de esa organización es José Di Maze, hijo del fundador.
Uno de los empresarios venezolanos que está penetrando a Colombia con más fuerza es Orlando Castro, cabeza del Grupo Latinoamericana Progreso que ha desarrollado alrededor del Banco Progreso y de Latinoamericana de Seguros, una de las más grandes compañías de seguros de Venezuela y cuyo crecimiento vertiginoso se ha fundamentado en oferta de una gran variedad de productos de seguros de consumo masivo. Castro es un controvertido inmigrante cubano que llegó a Venezuela en los años 60 y que ha ido adquiriendo un perfil cada ves más alto en ese país.
Hace unos pocos años fue protagonista de una de las más ensangrentadas batallas conocidas por el mundo venezolano de los negocios: el control del tradicional y conservador Banco de Venezuela. La entrada de este grupo a Colombia se hizo con la compra de Seguros del Comercio. A fines del año pasado pagó más de 14 mil millones de pesos -más o menos 20 millones de dólares- por la Corporación Financiera de Oriente al Banco Cafetero. Orlando Castro es tan controvertido que incluso, ha sido acusado dc lavado de dólares aunque nunca se le ha probado nada.
Por último, está el Grupo Latino que se consolidó alrededor del Banco Latino que ha tenido un crecimiento espectacular en los últimos cinco años, al punto de ser, en la actualidad, el grupo financiero más grande de Venezuela. Su gestor y promotor fue el recientemente fallecido Pedro Tinoco -que también se desempeñó como gobernador del Banco Central dc Venezuela- y en la actualidad está manejado por Gustavo López. Forman parte del grupo también los bancos Hipotecario de Occidente, Occidente, Maracaibo, Hipotecario del Zulia y Barinas, la Sociedad Financiera Latino y una sociedad dc arrendamicnto financiero. Después de estudiar diferentes alternativas de ingreso a Colombia optó por la de constituír un nuevo banco y arrancar de cero. Obtenido el permiso de la Superintendencia Bancaria, el Banco Latino de Colombia inició operaciones en noviembre de 1991 con un capital inicial de 20 millones de dólares. Recientemente se aprobó una capitalización adicional de 10 millones de dólares. Este grupo está atravesando por momentos difíciles puesto que su rápido crecimiento tuvo un impacto significativo en la calidad de los activos. De otra parte, después de la muerte de Pedro Tinoco se generó un enfrentamiento entre algunos de sus principales accionistas.

Y PUEDEN LLEGAR MAS
Además de los anteriores, existen otros dos grupos que han manifestado interés en entrar a Colombia. El primero es el Banco Unión, que presentó ofertas a Fogafin en las ventas de los bancos de los Trabajadores, Tequendama y del Comercio, y ninguno de los tres casos resultó favorecido. Por el momento, mantiene una oficina de representación en Colombia. El otro es Bancor, un grupo financiero mediano que concentra su actividad en lo que se conoce como retail o menudeo bancario, y en banca corporativa a la mediana empresa. Ha tenido desde hace algún tiempo acuerdos estratégicos de colaboración con el Grupo Colpatria y acaba de abrir recientemente una oficina de representación en Colombia.
Todo esto no es más que un abrebocas. Nadie ec atreve a predecir hasta dónde pueden llegar las inversiones venezolanas en Colombia. Lo cierto es que en fenómenos económicos una vez que se genera una dinámica puede llegar a adquirir la dimensión de una bola de nieve. La invasión venezolana, es, sin duda alguna, uno de los hechos más significativos de los últimos tiempos. Lo que ha sucedido hasta ahora es apenas una muestra incipiente de una tendencia que seguramente se va a consolidar de aquí al año 2.000.
CARLOS PEREZ: UN HOMBRE ENIGMATICO
SIN DUDA ALGUNA, EN EL PROceso de integración económica que está en auge entre Colombia y Venezuela, una de las figuras centrales es Carlos Pérez Norzagaray. Y además de central, sin discusión, es la más enigmática. Porque alrededor de este personaje se ha tejido, desde hace 40 años, una leyenda que simultáneamente ha intrigado y fascinado a muchos. No en términos de opinión pública, porque a nivel nacional nadie sabe siquiera de su existencia, sino en los círculos de poder, donde pocos entienden de dónde saca y cómo mantiene tanta influencia.
Carlos Pérez es una persona influyente en Colombia y Venezuela. Pero es el nivel de importancia en este último país el que verdaderamente desconcierta. Es común verlo llegar a Caracas donde en el aeropuerto lo espera una limousine acompañado de motociclistas que lo traslada inmediatamente, sin hacer aduana ni mostrar el pasaporte al Palacio de Miraflores. Este tratamiento se lo han otorgado múltiples jefes de Estado del continente desde Fidel Castro hasta Omar Torrijos.
Lo misterioso es que Pérez no es un político, no es un diplomático, no es un magnate y, por lo general, no va en misión de ninguna clase. Por algún azar del destino ha sido íntimo amigo de la mayoría de los presidentes venezolanos y colombianos. Pero quizá fue la circunstancia de haber nacido en Arauca la que le ha dado, de facto, esta doble nacionalidad. Hijo de un cachaco bogotano, Julio Pérez Hoyos y de Isabel Norzagaray -una llanera de ascendente vasco- pasó los primeros 10 años de su vida en el "Arauca vibrador". En esa época esta región estaba, por razones de acceso geográfico, cultural y políticamente más cerca de Venezuela que de Colombia. Durante la dictadura de Juan Vicente Gómez gran parte del movimiento guerrillero se refugiaba en Arauca para conspirar y la casa de los Pérez era una de las sedes de la revolución.
Cuando Carlos era apenas un adolescente se vino a estudiar a Bogotá donde por entrador y descomplicado le cayó en gracia al presidente Alfonso López Pumarejo, viejo amigo de la familia, quien lo mandó a los 19 años de regreso a Arauca como intendente.
Allá solidificó sus vínculos con el vecino país y, al regresar, Alberto Lleras lo nombró secretario del Consejo de Ministros. Inmediatamente se convirtió en protegido y amigo del nuevo presidente.
Sorprendentemente, sus nexos con los futuros presidentes venezolanos también tienen origen en Colombia. A Rómulo Betancur lo conoció acompañando a Alberto Lleras a una cumbre de presidentes en Barranquilla. A Raúl Leoni cuando éste estaba exiliado en Bogotá y estudiaba derecho en el Externado. A Carlos Andrés Pérez también lo conoció cuando estaba exiliado en Bogotá y pasó con él la noche del 9 de abril en residencias El Nogal mientras la turba incendiaba el centro de la ciudad. Y para dar una idea de su cercanía con el actual presidente Ramón J. Velásquez sólo hay que decir que "Ramoncito" es el padrino de su hija Josefina y Pérez, a su turno, es padrino del primer hijo del mandatario venezolano.
Entre los dos compadres hubo un incidente curioso hace más de 30 años. El entonces embajador de Colombia en Venezuela, Francisco José Chaux, publicó en los periódicos de Caracas una carta suspicaz sobre las constantes visitas de Pérez a ese país.
Ramón J., en ese momento secretario general de la presidencia, le envió una carta al embajador colombiano en la cual afirmaba: "Carlos Pérez es para los venezolanos democráticos una figura familiar, un soldado hermano, cuya amistad nos honra hace lustros. Desde 1945, su palabra nos es familiar y se ha mantenido fiel en su desvelo y en su afecto por el destino venezolano (...) sin que jamás haya querido cobrar en monedas de interes, llámese esta influencia, figuración o dinero, esa presencia que en muchas oportunidades ha sido camino para la solución de dificultades. (...) Pero Carlos Pérez no tiene la culpa de ser viejo amigo del señor presidente Betancur, del general López Henríquez, del almirante Larrazábal, de Raúl Leoni, de Jovito Villalba, de Rafael Caldera. (...) Pero en ningún instante ha querido Pérez Norzagaray ostentar tales títulos, y es doloroso tener que hacer esta clase de alegatos para defender la honrabilidad de un hombre honesto..."
Esas palabras, expresadas hace más de tres décadas ilustran más que cualquier cosa los nexos de Pérez con Venezuela. Pero gran parte de la importancia que tiene acá es -precisamente- por la importancia que tiene allá. Y lo más curioso es que en Venezuela su importancia no radica en ser colombiano, que es más bien una desventaja, sino en un peso específieo enorme que tiene en la vida política y de negocios de ese país. Ha sido asesor y confidente de casi todos los políticos importantes del partido Acción Democrática (Adeco). Cuando hay un problema lo buscan. Pedro Gómez Barrero cuenta que, siendo embajador en Caracas, una vez se encontró a Pérez Norzagaray en el vuelo de Bogotá que iba a esa ciudad. Cuál no sería su sorpresa, cuando aterrizó el avión, al darse cuenta que dos delegaciones del más alto nivel de las fracciones del Adeco lo esperahan para llevárselo a reuniones claves que iban a tener lugar esa noche. Anécdotas como esta abundan y son precisamente las que han contribuído a crear el mito.
Otra parte de ese mito es el completo desconocimiento que existe sobre los negocios de Pérez Norzagaray. Sin duda alguna es un hombre muy acomodado. Pero no es propietario de ninguna empresa, no tiene activos identificables diferentes a su casa y su finca, y no tiene ni siquiera oficina o secretaria. En Colombia todo el mundo cree que hace grandes negocios en Venezuela, y en Venezuela todo el mundo cree que hace grandes negocios en Colombia. Pero en ninguno de los dos países ha dejado huellas, si es que los ha hecho. De su trayectoria comercial lo único que se conoce es que su primer negocio fue la venta de dos mil toneladas de papa a Venezuela cuando tenía 20 años. Años después fue el hombre clave como asesor de la Erickson para que esta multinacional entrara a Venezuela. Pero fuera de esto casi nadie sabe nada. La única vez que su nombre figuró en la prensa venezolana fue cuando se acusó al presidente Carlos Andrés Pérez de comprar el barco Sierra Nevada. En ese momento se llego a rumorar que en ese negocio había influído Pérez Norzagaray. Pero ni era ilegal ni nunca se pudo demostrar su participación.
Ahora, después de una vida a la somhra, la familia Pérez está comenzado a figurar en el mundo de los negocios en Colombia a través del hijo mayor. Carlos Alejandro. Este último es accionista del Banco Latino de Venezuela. También es socio con El Tiempo, los Cisneros y Vanguardia Liberal en la sociedad Movicel, que participará en la licitación del teléfono celular. Carlos Alejandro Pérez Dávila, a sus 30 años, tiene la figura de su madre Josefina Dávila y la audacia de su padre, pero aplicada a las finanzas. Graduado con honores en las universidades de Harvard y Cambridge, fue durante algunos años funcionario de la firma de Wall Street Goldman Sachs. En la actualidad es representante para Venezuela del banco inglés S.G Warburg. A pesar de su edad, Pérez Jr. es un consumado hombre de negocios y con él a la cabeza de las actividades familiares es seguro que el apellido Pérez va a desempeñar un papel importante en las actividades comerciales del país.

LLEGARON LOS VENEZOLANOS Revista SEMANA, Sábado 4 de junio de 2011

LLEGARON LOS VENEZOLANOS

Sábado 4 de junio de 2011

La migración de venezolanos hacia Colombia está disparada y ya se hacen sentir en la industria petrolera, el comercio, la cultura y la farándula.


"El mejor presidente que ha tenido Colombia es Hugo Chávez -dice una venezolana de la más refinada élite de Caracas, que decidió mudarse a Bogotá-. Gracias a él, la mayoría de venezolanos bien preparados y con dinero para invertir están hoy aquí".

Y es verdad. La presencia de los venezolanos en Colombia, y en particular en Bogotá, ha dejado de ser una simple curiosidad, para convertirse en un fenómeno. Y aunque muchos colombianos pueden no haberse percatado, lo que está ocurriendo es interesante porque se trata de uno de los pocos casos de migración de alto impacto para Colombia en sus dos siglos de historia republicana.

El éxodo tuvo un primer quiebre pronunciado a partir de 2005, cuando comenzaron a llegar los expertos del petróleo que habían sido despedidos en masa, sin misericordia, de Pdvsa. Pero en realidad, el momento cumbre ha sido 2011, pues cada día hábil el DAS está entregando en promedio 46 cédulas de extranjería a venezolanos para vivir en Colombia.

A pesar de tratarse de una diáspora de apenas cinco años, hay que decir que ya ha dejado una huella significativa en la estructura del país. Y tiene que ver con que un puñado de los cerebros fugados de Pdvsa han sido los protagonistas del boom petrolero de los últimos años en Colombia.

Pero los venezolanos no solo se han metido en el corazón de la economía. La semana pasada se estrenaron las dos nuevas grandes superproducciones de Caracol y RCN, y en las dos aparecieron venezolanos en papeles destacados: en La bruja, Gledys Ibarra es 'la Negra', y en El Joe, Andrés Suárez es Francisco Vergara. Por citar apenas un ejemplo.

En cualquier sector al que se mire hay un venezolano. Desde los más exclusivos, como las galerías de arte, hasta otros más populares, como son los espectáculos musicales o de humor. La galería La Cometa expuso hace un par de meses al venezolano Carlos Cruz Díez, uno de los maestros del arte óptico en el mundo, y vendió las 41 obras por precios hasta de 120.000 euros. "La mitad de las obras fueron compradas por venezolanos. Estoy feliz con ellos", dice Esteban Jaramillo, el dueño de la galería. Y en lo que va corrido del año se han presentado, por lo menos uno cada mes, espectáculos con artistas venezolanos. Yordano, tal vez el más conocido en Colombia, ya ha dado dos conciertos este año en Bogotá. Una cuenta de Twitter que se llama Venezolanos en Bogotá, con casi 7.000 seguidores, ayuda a poner en contacto a la colonia.

Los venezolanos también se han colado en la vida diaria de los colombianos. Como las tiendas de productos para la salud Locatel y Farmatodo, cuya franquicia fue traída por ellos. O restaurantes y cafés como Picollo Venezia, Ciboulette, Positano, Budare's, la Arepería Venezolana, Pan Sueko y Andrea's, por mencionar solo algunos, recién montados por venezolanos. Una revista, El Librero, hecha en Bogotá por el reconocido periodista Sergio Dabhar, exdirector adjunto del diario El Nacional de Caracas. Y hasta un miembro de la Academia de la Lengua del vecino país, Rafael Arráiz Lucca, que ahora es profesor universitario en Colombia.

La primera oleada: el factor P

Esta nueva migración es además interesante porque hasta hace unos años a pocos venezolanos -por no decir a ninguno- se les ocurría poner sus ojos en Colombia. Por el contrario, había una evidente animadversión. "El venezolano no veía a Colombia como una opción de turismo o de inversión. A Venezuela nos llegó lo peor de lo peor: colombianos indocumentados, sin preparación y buscando empleo", explica la venezolana.

¿Qué fue entonces lo que les hizo cambiar de opinión? En un primer momento, sobre todo las clases media y alta, que huían de Chávez, buscaron refugio en Miami. Pero a partir de 2005 los petroleros comenzaron a abrir la puerta.

Todo comenzó cuando a finales de 2002 los trabajadores de Pdvsa se unieron en un paro para pedir la renuncia del presidente Hugo Chávez. Fue uno de los episodios más críticos de la ya larga estancia de Chávez en el poder. Las pérdidas se calcularon en más de diez mil millones de dólares y el presidente, ni corto ni perezoso, despidió de manera fulminante a unos 18.000 empleados, incluidos los que habían llevado a la petrolera a ser la tercera más grande del mundo.

Todos esos cerebros, cargados de experiencia, buscaron otros mercados. Y fue así como llegaron a Colombia, primero Luis Giusti (presidente de Pdvsa 1994-1999), luego Ronald Pantin (el segundo de la petrolera hasta 2000) y Humberto Calderón Berti (quien había sido presidente de Pdvsa, canciller de Venezuela y presidente de la OPEP). Ellos crearon las tres firmas que han sacudido el mundo de los hidrocarburos en Colombia: Pacific Rubiales, Alange y Vectra.

Entre ellas tres producen hoy un buen pedazo del crudo del país. Pero lo más importante es que han sido protagonistas de primera línea del crecimiento de la industria del petróleo en Colombia, que, según informó el gobierno esta semana, está a unos cuantos barriles de producir el millón diario.

Los tres petroleros, consultados por SEMANA, coinciden en que llegaron a Colombia por el cambio del modelo petrolero en el país cuando se creó la Agencia Nacional de Hidrocarburos y se dieron condiciones favorables para los inversionistas. Con ellos se vino una camada de ingenieros, geofísicos y todo tipo de científicos bien calificados. En los datos de inmigración se nota el primer gran salto en 2004, cuando los venezolanos crearon la primera compañía, en ese entonces Pacific Stratus (ver gráfica). "Según informaciones que me llegan, pueden estar laborando en este país cerca de 1.300 petroleros venezolanos", dijo Luis Giusti a esta revista.

Tres años después compraron Petro Rubiales, en 2008 fusionaron las dos compañías y ahí nació Pacific Rubiales. Para dar una idea de la dinámica que le imprimieron los vecinos venezolanos al negocio del petróleo, basta escuchar lo que dice Pantin, presidente de Pacific Rubiales: "Cuando llegamos, en 2007, la compañía producía 24.000 barriles y para finales de este año estaremos en 275.000. Colombia producía 560.000 barriles por día y hoy produce un poco más de 900.000".

Y Humberto Calderón, presidente de Vetra, agrega: "Colombia tardaría muchísimos años en formar el capital humano que ha llegado. Para formar un buen ingeniero de petróleos se requieren 15 o 20 años, y los que llegaron a Colombia son personas con 30 o más años de experiencia".

Sin duda, gracias a los petroleros, se corrió la voz en Caracas de que Colombia era un buen puerto.

La segunda oleada: ¡a salvar la plata!

Sin embargo, el quiebre más pronunciado en el éxodo se ha dado en los últimos meses (ver gráfica). Mientras en 2004 se daban cada semana dos cédulas de extranjería a venezolanos, el promedio en 2010 fue de 162 a la semana y en lo que va de 2011 la cifra ya llegó a 230.

Si en la primera oleada llegaron a Bogotá expertos del petróleo por el despido inclemente de Hugo Chávez, en la segunda fase fue toda la burguesía que había aguantado la que huyó despavorida. "Burguesía apátrida (…) me han declarado la guerra económica. Pues me declaro en guerra económica", dijo en junio del año pasado. "Vamos a ver quién puede más: si ustedes, burgueses de pacotilla, burgueses sin patria, o nosotros", les espetó.

Entusiasmado con ese grito de batalla, Chávez primero eliminó el dólar paralelo o 'cambio permuta', lo cual hizo mucho más difícil el acceso de la gente a las divisas que necesitaban para hacer negocios o para tener sus ahorros a salvo, teniendo en cuenta que estaban viviendo con una inflación del 30 por ciento. Y después, en diciembre, confiscó a empresarios seis conjuntos residenciales que estaban en construcción y ocho más los puso en suspenso.

Por eso no es extraño que desde entonces se haya destapado un particular interés de los venezolanos por hacer negocios en Colombia. Vienen a abrir restaurantes, a instalar negocios, a comprar finca raíz. Lo que les importa es salvar el dinero que les queda.

Y por eso también los que aterrizan en Bogotá son miembros de la más refinada burguesía venezolana. Apellidos como Oteiza, Pocaterra, Priange, Machado, Mussi, Cohen, Mishaan y otros que han sido presidentes, ministros, de la banca, la bolsa, el arte o destacados intelectuales de ese país. Aunque, advierte una de ellos, "en Colombia no están los potentados, sino los hijos de los potentados".

Prueba de ello es que en la ciudad amurallada de Cartagena, por ejemplo, venezolanos han comprado cinco mansiones antiguas, así como uno de los mejores hoteles boutique.

Camilo Herrera, gerente de la firma de consultoría Raddar, le dijo a la revista Dinero que en la historia de su compañía no había tenido tantos pedidos como los que ha recibido desde octubre de 2010. "Hemos tenido requerimientos de al menos 15 compañías o inversionistas venezolanos interesados en estudios de mercado y consultoría".

El mismo frenesí se ha sentido en el sector inmobiliario. Una alianza de las principales constructoras de Colombia, que se llama Casa Propia Colombia G-5, y la página web mudateacolombia.com han hecho solo en este año cuatro ferias en Venezuela. Y también se creó ya un bufete de abogados binacional, Arciniegas, Briceño y Plana, que pretende ayudarles a inversionistas venezolanos a establecerse en Colombia.

La situación ha llegado a tal punto que la principal empresa de alimentos de Venezuela, Polar, a pesar de tener su casa matriz en el país vecino, exporta desde Colombia. En los últimos meses han llegado o han anunciado que van a llegar a Colombia el grupo Dipromuro (concesionarios de vehículos), Ovejita (una tradicional marca de ropa), Proseín (multinacional de remodelación) y Valmy (cosméticos), entre otros. Todos para poner plantas de producción o tiendas. De todas maneras, las cosas no son fáciles para todos. Algunos, como los del café Cotti, no han resistido y han cerrado.

Estamos sin duda en medio de un fenómeno nuevo en Colombia. El éxodo de personas de otras nacionalidades no ha sido común en nuestro país. Las grandes migraciones fueron las de españoles y afros en la Conquista. Y las de árabes -sirios, libaneses y palestinos- a finales del siglo XIX. Las demás han sido de menor tamaño, de manera que apenas si han llegado a convertirse en colonias que pueden tener un impacto en localidades, pero no llegan a permear a la sociedad. ¿Hasta dónde llegarán los venezolanos?